Panamamerica / Opinión / 16 de noviembre 2016
SEPARACIÓN O INDEPENDENCIA
Dr. Eduardo Flores Castro
Docente de la Universidad de Panamá
En cada aniversario de noviembre
de 1903 se reitera la polémica de si Panamá realizó una separación o
independencia ante Colombia. Regularmente
se usan ambos términos para referirse a este suceso de emancipación nacional. Al buscar el contenido de ambos vocablos,
encontramos que separación alude a un acto de hecho. Es decir, que la separación es la acción de
hacerse autónomo respecto a un Estado que se pertenece.
La separación es un paso previo
a la independencia. Puede haber actos separatistas que no se convierten en
independencia. Tal como ocurrió con los
intentos separatistas de 1830, 1831 y 1840 durante nuestra unión a Colombia. En
tales fechas las separaciones fueron efímeras, pues nos reintegramos al estado
colombiano.
En cambio, el vocablo independencia
significa libertad y plena autonomía política, sin ningún lazo de dependencia
hacia otro Estado. De ahí que la
independencia esté vinculada a cuando el territorio separado adquiere
personalidad internacional. Al punto que
otros Estados reconocen al nuevo Estado independizado. Esto fue lo que ocurrió
los días 3, 4 y 5 de noviembre de 1903. Pues,
los eventos separatistas evolucionaron hacia la independencia, dando lugar al
nacimiento de un nuevo Estado Nacional, que hoy cumple 113 años de existencia.
Lo correcto es llamar a la fecha
que celebramos en este mes Independencia de Colombia, ya que Panamá adquirió la
personalidad internacional. Nuestro país
rompió los vínculos que nos habían ligado a Colombia por propia voluntad. El nuevo Estado panameño fue reconocido por
las naciones del orbe. Panamá entró a formar parte de la comunidad
internacional como Estado soberano e independiente.
Debemos superar el error
histórico de llamar separación o secesión al hecho histórico de 1903. Este constituye la vía que condujo a la
independencia, acto jurídico reconocido por los otros Estados. La separación es el hecho político, militar o
pacífico, a través del cual un pueblo alcanza la independencia si el movimiento
es exitoso; pero si fracasa la separación no alcanza la independencia.
En conclusión, mediante los
hechos de noviembre de 1903, Panamá se proclamó Estado libre y soberano,
ingresó a la comunidad de naciones con personalidad internacional y asumió la
conducción de su destino a través del ejercicio de la innegable independencia.
Esta realidad no puede ser desvirtuada, pese a la independencia incompleta por
no tener soberanía en todo el territorio nacional, a causa de la colonia
estadounidense que se implantó en nuestro territorio. De aquí, que al erradicar
el enclave colonial el 31 de diciembre de 1999, se perfeccionó la independencia
panameña.
Chitré en la Independencia de 1903
Dr. Eduardo
Flores Castro
Docente de la Universidad de Panamá
Después
de proclamada la independencia el 3 de noviembre de 1903, en la ciudad capital,
el paso inmediato era lograr la adhesión de todos los pueblos del Istmo. De ahí que el presidente de la Junta de
Gobierno, José Agustín Arango, tomó la decisión, en la noche del 4 de noviembre,
de designar a los chitreanos Antonio Valdés y Antonio Burgos, como comisionados
para que cumplieran la misión patriótica de dar a conocer la independencia y la
instauración de la nueva República al resto del país. Específicamente en Pesé, que era la cabecera
de la provincia de Los Santos.
Según
el profesor Juan Manuel Pérez, en su obra “La Proclama Chitreana del 9 de
noviembre de 1903”, la misión encomendada a estos insignes chitreanos
implicaba: Contactar a distinguidas personalidades del interior para lograr el
apoyo; informar a los concejales del interior para que manifestasen la adhesiones
a la independencia; lograr la rendición de las autoridades colombianas o
persuadirlas de aceptar a las nuevas autoridades; hacer cumplir el Decreto del
4 de noviembre de 1903, por medio del cual “todos los empleados públicos
continuarán en interinidad en sus puestos, siempre que reconozcan y acepten el
movimiento y juren fidelidad a la República de Panamá”; y llevar un bosquejo a
lápiz de la bandera panameña.
En
la travesía rumbo a Chitré, luego de burlar la peligrosa vigilancia del
acorazado colombiano “Bogotá”, anclado en la Bahía de Panamá, y viajar 3 días y
3 noches, los comisionados llegaron al puerto El Agallito de Chitré, el sábado
7 de noviembre. Antes de emprender el viaje hacia Pesé, Valdés y Burgos se
contactaron con el Dr. Víctor Juliao, primer médico chitreano, quien recibe el
informe del movimiento de la capital. A
partir de ahí, la noticia recorre todo el pueblo. Es necesario resaltar que le
tocó al padre Melitón Martín dar la noticia a los miembros del Concejo
Municipal de Chitré.
Algunos
policías fieles a Colombia, rodearon la casa de Antonio Burgos y trataron de
detenerlo. Paralelo a estos hechos, unos
200 personas a caballo y que provenían de Monagrillo, La Arena y Llano Bonito,
desafían a los 58 policías colombianos acantonados en el cuartel, lugar, hoy
ocupado por el Hotel Prado de la Avenida Herrera.
Cabe
destacar que el pueblo chitreano se congregó en la llamada Plaza Juliao, hoy
Plaza Herrera, como muestra de apoyo a la independencia. Fue las 10 de las
mañana del 9 de noviembre, cuando en sesión extraordinaria del Concejo
Municipal del Distrito de Chitré, se aprobó el Acta de Adhesión a la Independencia.
Hoy
debemos rendirles honores a los distinguidos miembros de aquel histórico
Consejo Municipal, integrados por Adolfo Quintero (presidente), David Burgos
(vicepresidente), Pacífico Ríos (vocal), Arcadio Rivera (vocal) y Apolinar
Márquez (secretario). Para quienes
solicito un aplauso.
Es
obligatorio recordar, que 24 chitreanos firmaron el acta de adhesión de
independencia (tan sólo 24 habitantes de Chitré sabían firmar). Ese documento
histórico reposa hoy en el Museo de Herrera, gracias al rescate que hizo de
quien fue mi profesor, don Fabio Rodríguez Ríos, quien lo solicitó al Museo del
Hombre Panameño después de más de 80 años.
El
Acta de la sesión extraordinaria del Concejo Municipal, del 9 de noviembre de
1903, planteó: La adhesión al acto independentista del Istmo de Panamá; la
decisión de contribuir al afianzamiento de la Nueva República de Panamá; y constituirse
en Cabildo Abierto para la adhesión a la independencia.
La
primera bandera panameña que recorrió las calles de los corregimientos de
Chitré, La Arena y Monagrillo, fue confeccionada por las chitreanas Guillermina
Barrera, Celina Juliao y Dominga Barrera. Le tocó el gran honor de ser el
primer abanderado al señor David Solís.
En
Pesé, a las 2:30 de la tarde del 9 de noviembre, los habitantes lanzaron un
manifiesto donde: Plasman su apoyo a la decisión política de ser un Estado
libre; se suman al clamor de tener una vida independiente; y manifiestan su
deseo de enarbolar nuestra bandera como símbolo de unión fraternal. Ese mismo
día, el Concejo Municipal del Distrito de Parita, en horas de la tarde, decidió
adherirse al movimiento iniciado en la ciudad capital y ofrecer su cooperación
para el afianzamiento de la naciente República.
Un
hecho sobresaliente es que los 5 miembros del Concejo Municipal, con la
participación del sacerdote Melitón Martín, realizaron una protesta contra el
Tratado Hay-Bunau Varilla, firmado el 18 de noviembre de 1903, por considerar que
era una amenaza a la naciente República.
Este hecho, puede considerarse como la primera protesta contra dicho
tratado colonialista.
La Estrella / Opinión / 16 de noviembre de 2016
Colón en la Independencia de 1903
Dr.
Eduardo Flores Castro
Catedrático de la Universidad de Panamá
Después de los sucesos históricos de los días 3 y 4 de noviembre de
1903, proclamada la independencia y conformada la Junta Provisional, era
imperante asegurar la independencia en la ciudad de Colón, debido a la amenaza de
la presencia militar colombiana del "Batallón Tiradores", integrado
por 500 caucanos, experimentados en hacer correr la sangre, dirigidos el
Coronel Eliseo Torres, quien reclamaba la libertad de los altos militares
apresados en Panamá.
Hay que señalar que el Coronel Torres dio un ultimátum de dos horas
para la liberación de los generales Tovar y Amaya apresados en Panamá, amenazando
con asaltar el tren para trasladar las tropas a la ciudad capital e incendiar
la ciudad colonense.
En los célebres hechos acaecidos en Colón durante estos primeros días
de noviembre, es menester rendirles honores a los patriotas colonenses,
liderados por Porfirio Meléndez y a la determinación de su hija Aminta Meléndez
de tan solo 17 años. Tampoco debemos olvidar la templanza de Eleazar Guerrero, Orondaste
Martínez, Carlos Clemente y Juan Antonio Henríquez, quienes realizaron esfuerzos para disuadir al Coronel Torres de
retirarse a Colombia.
Ante la presencia militar estadounidense con el barco de guerra “Nashville”,
la retirada del cañonero “Cartagena”, el aislamiento del Coronel Torres y la
presión de los independentistas colonenses, se logró que este militar accediera
a retirarse con su tropa, solicitando la suma de 8 mil dólares. Suma de dinero
que se consiguió con un préstamo que hizo la Compañía del Ferrocarril. Posteriormente
los colombianos, en ocasión de la Segunda Conferencia entre colombianos y
panameños, celebrada en Colón; como un acto de buena fe y con el interés de que
se desistiera de la independencia, devolvieron 3 mil dólares no gastados.
A las 7:25 de la noche el vapor Orinoco con los oficiales y soldados
colombianos, tomó rumbo a Cartagena. Antes, Juan Antonio Henríquez envió un
telegrama a la Junta Provisional de Gobierno, que decía: “Solo ahora, 6:30 p.m. puede decirse
está asegurada la independencia de Panamá".
El Concejo Municipal de Colón, por unanimidad en sesión del 5 de noviembre
de 1903, resolvió adherirse: “al acto de separación de los pueblos del Istmo,
de la República de Colombia para fundar un Estado independiente bajo la
nominación de República de Panamá".
Los habitantes del Distrito de Buenavista, hicieron una manifestación
de adhesión, el 5 de noviembre de 1903, donde reconocen como: “un deber
indeclinable, no sólo unirse y aceptar tan grandioso acontecimiento, sino jurar
al pie de la nueva bandera, fidelidad absoluta a las nuevas
instituciones".
El 5 de noviembre también se adhirieron a la independencia, el Concejo
Municipal de Donoso, el que resuelve: “Dar un voto de aplauso o adhesión al
movimiento separatista iniciado en la ciudad Capital, y contribuir eficazmente
al afianzamiento y estabilidad de la
República de Panamá".
También los habitantes y el Consejo Municipal de Chagres, se adhirieron
a la declaración de independencia de la nueva República de Panamá, por medio de
un sinnúmero de firmas. Igualmente lo hicieron los Concejos Municipales de
Gatún y Portobelo entre otros.
El día 6 de noviembre, en presencia de todas las autoridades panameñas,
cónsules de diversos países, varios oficiales estadounidenses, principales
comerciantes y el pueblo colonense, se hizo izó la bandera panameña en
el Palacio de la Prefectura de la Provincia de Colón.
El papel de la ciudad de Colón en el glorioso episodio de nuestra
independencia no culminó el 5 de noviembre. En los intentos de Colombia para el
reintegro de Panamá, tuvo lugar en Colón dos conferencias o diálogos.
La primera Conferencia en Colón se desarrolló el 17 de noviembre, a
bordo del navío estadounidense "Mayflower", donde la delegación colombiana
estaba encabezada por el señor Insignares y en representación de Panamá participaron
Tomás Arias, Eusebio A. Morales y Carlos Arosemena. La delegación colombiana
llamó a la reintegración por medio de solemnes promesas de atender los
intereses y derechos de Panamá. La parte panameña criticó al gobierno de
Colombia por no haber valorado la trascendencia de la independencia, apoyado
por todo el Istmo y reconocido por los Estados Unidos, países de Europa y otros
del continente americano. Este diálogo terminó en un rotundo fracaso.
Unos días después, el 20 de noviembre, se desarrolló una segunda Conferencia
en Colón, a bordo del buque "Canadá" de la armada de los Estados
Unidos. Por Panamá intervinieron Tomás
Arias, Carlos Arosemena, Carlos A. Mendoza, Antonio Zubieta y Nicanor A.
Obarrio. En esta ocasión la parte colombiana ofreció trasladar la capital de la
República de Colombia a Panamá, adoptar el gobierno federal y que los millones
que proporcionaría la aprobación del Tratado Herrán-Hay estarían a disposición
de Panamá. La comisión panameña sostuvo que era irrevocable la independencia,
de ahí que resultó infructuosa una vez más la reversibilidad de la
independencia; siendo Colón el escenario de estas conversaciones históricas.
Sábado 19 de enero de 2012 / La Estrella / Opinión
Tributo
para los héroes
Dr. Eduardo Flores Castro
Catedrático
de la Universidad de Panamá
Cuando caminaba con mi esposa Ita
por la Avenida de los Mártires, comentábamos y soñábamos, que hermoso sería que
justo en esos predios se alzara un monumento que simbolizara las luchas
patrióticas que ha protagonizado nuestro pueblo. Un monumento, que así como otras naciones han
erigido a sus héroes inmortalizándolos en momentos sublimes, levantáramos uno
que llamara la atención de nacionales y extranjeros, y que obligara a preguntar
¿A qué se debe ese monumento?, y esto diera la oportunidad de contar las
cruzadas nacionalistas que han conducido al Panamá que tenemos hoy.
Así, El 13 de septiembre de 2003
le plantee a Joaquín Vásquez, en ese momento representante del corregimiento de
Ancón: “Te voy a obsequiar una idea, por
qué no se levanta en tu corregimiento un monumento que simbolice ese momento
glorioso, inmortalizado en la portada por la revista LIFE, en donde tres
patriotas panameños en medio de la batalla entre los soldados estadounidenses y
el pueblo panameño, subieron un poste de luz para izar el pabellón nacional”.
Su respuesta no se hizo esperar y
me dijo: “De acuerdo, con una condición,
que tú coordines la ejecución de la obra”.
El Lugar de los Hechos
El lunes siguiente estábamos
reunidos en el local de la Junta Comunal de Ancón más de 50 personas entre
heridos, mutilados y combatientes del 9 de enero. Lo primero era determinar el
lugar en donde los patriotas subieron al poste de luz para poner la bandera
nacional.
Se dieron testimonios de por lo
menos tres lugares distintos. Señalé que me comprometía a llevar la filmación
de estos sucesos donde se podía apreciar con claridad el lugar de los hechos.
Para acometer esta tarea me
apersoné al Grupo Experimental de Cine Universitario, en donde me copiaron una
serie de filmaciones sobre los hechos del 9, 10 y 11 de enero de 1964. Con
estas imágenes, demostramos que la foto de la revista fue frente a la Asamblea
de Diputados. Hay que señalar que el subir a los postes de luz para colocar en
su parte más alta el pabellón nacional, se dio casi en todos los postes a lo
largo de la Avenida de los Mártires.
El Escultor y el Dinero
Para comparar precios nos
apersonamos al escultor Lombana, quien nos hizo una cotización por 50 mil
dólares. Le dimos las gracias, pero al salir, Joaquín y yo casi nos vamos de
espalda ya que en ese momento no teníamos ni 50 dólares de fondo para el
monumento. Posteriormente, fuimos a la
Facultad de Bellas Artes y ahí nos ofrecieron construir el monumento por la
mitad del precio anterior. Por último, contactamos a González Palomino, quien
no nos dio precio, pero nos dijo que sería barato. Al final entregó su arte por
un quinto del precio de nuestra primera cotización.
El comité ideó hacer una rifa de
un cuadro, que el propio Palomino donó. Además, a Joaquín se le ocurrió la idea
de mandar a hacer alcancías para que los universitarios cooperaran en la
construcción. Por otro lado, se trataba de conseguir donaciones de algunas
personalidades. Finalmente, la Junta Comunal de Ancón y algunos de nosotros
tuvimos que aportar para la culminación del monumento.
Colaboración Espontánea
Ya habíamos decidido que la obra
se construiría en el pequeño solar vacío que está frente a la Asamblea de
Diputados, pero esta área estaba bajo la administración de la ARI. Así que
procedimos a solicitar el traspaso del terreno a la Junta Comunal de Ancón.
Después de mucho insistir, logramos que la ARI hiciera el traspaso.
Necesitábamos conseguir un poste
de luz de concreto como parte de la escultura. Una semana después el poste
estaba en el lugar de trabajo de nuestro escultor y nunca nadie preguntó de dónde
salió.
Joaquín consiguió que el
arquitecto Daniel Camero fuera asignado para dirigir las obras. Como no
teníamos maquinaria y cerca estaban haciendo una construcción, me dirigí a
hablar con el ingeniero encargado, quien al explicarle para qué quería su
maquinaria me dijo: “Si es para los
mártires, llévesela el tiempo que desee de forma gratuita con operador incluido”.
Algo similar ocurrió en una ferretería donde fui a comprar unos pernos y en una
tienda donde compré 20 metros de soga marina. Sus dueños me dijeron: “Si es para los Mártires, lléveselos gratis,
que esa es nuestra pequeña contribución”.
Para trasladar la escultura al
lugar seleccionado, Joaquín contactó a un grupo de extrabajadores del IRHE, que
tenían un camión para estos menesteres. Los compañeros hicieron un trabajo muy
profesional, y como ya usted se lo puede imaginar, tampoco cobraron nada por
sus servicios.
A los Héroes de la Patria.
Después de discutir sobre el
papel pedagógico del monumento, coincidimos que se llamaría: “A los Héroes de
la Patria”, y estaría dedicado a todos los que dieron sus fuerzas, sus
capacidades, sus inteligencias y sus vidas para erradicar la bandera extranjera
enclavada en el corazón de la nación panameña. Además, que se colocarían placas
alusivas a los diferentes hechos de la vida republicana que han forjado nuestra
identidad como nación.
Lo único que faltaba era un
camión con una canasta lo suficientemente alta que facilitara colocar nuestro
emblema tricolor en la parte superior del monumento. Mis gestiones iniciales
habían sido inútiles. Entonces, me dirigí al cuartel de bomberos Raúl Arango,
en donde después de explicarle al Comandante para qué quería el camión de bombero
con escalera, me dijo: “Usted sabe que
para el 9 de enero yo era estudiante y participé en esos hechos y junto a mi
lado murió uno de mis amigos. Profesor llévese el camión con la escalera más
alta”.
Así fue cómo se construyó el
monumento: “A los Héroes de la Patria”. El colocar un paso peatonal justo a su
lado es para nosotros, para el Movimiento Ciudadano, para el Fortalecimiento de
la Identidad Nacional y estoy seguro que para muchos panameños, un desprecio a
la memoria histórica de nuestra nación.
La
Estrella / Opinión / 4 de enero de 2014
Un PEQUEÑA
historia en la EXzona del Canal
Dr. Eduardo Flores Castro
Catedrático
de la Universidad de Panamá
Deseo
relatarles una pequeña historia, que de seguro existen muchas parecidas en
nuestro país, e incluso mucho más dramáticas.
Pero en este caso se trata de un hecho en que estuvo involucrada mi
madre, Alicia Castro, en la Zona del Canal, cuando era una adolescente.
Ella nació en
la Ciudad de Colón a finales de la década del 20, como fruto del matrimonio de
su padre español, quien había llegado, siendo muy joven, para la construcción
del Canal y su madre macaraqueña. Transcurrían
los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y Alicia era una muchacha que
acostumbraba a acompañar a su hermana al Comisariato de Rainbow City en Colón. Su
hermana estaba casada con un colonense que laboraba como bombero en la Zona,
por lo que según las leyes zonian tenían derecho a comprar en los supermercados
que estaban en la zona canalera; que por supuesto, por estar subvencionados por
el ejército, sus productos no sólo estaban más baratos que los que vendía el
comercio en Panamá, sino más baratos que los que se vendían en los Estados
Unidos.
Una mañana, mi
madre se encontraba fuera del Comisariato, esperando que su hermana terminara
de hacer sus compras, cuando un policía zonian que pasaba, se detuvo frente a
ella y le hizo un guiño de ojo. El
gringo esperaba que la atractiva joven respondiera su mensaje con una sonrisa o
tal vez con un “hello”. Pero a ella no le gustó la actitud del
policía y le respondió con una torcida de boca.
El policía adelantó unos pasos y luego regresó en donde se encontraba la
joven, preguntándole en un español mal hablado: -¿tú que hacer aquí?- A lo que ella le respondió: -estoy esperando
a mi hermana que está comprado en el Comi, porque ella tiene derecho-. El policía, subiendo la voz y en un tono que
sonaba más bien a venganza le respondió: -¿tú estar haciendo contrabando? A lo que la joven contesta: -no señor, ya le
dije que sólo espero a mi hermana, ella está por salir y verá que lo que digo
es cierto-. El policía le ripostó de
forma prepotente: -acompáñame al juzgado para que aprendas-.
Así, la
asustada joven fue conducida a un juzgado zonian, en donde la mayoría de los
acusados no entendía muy bien de lo que se le acusaba, por no hablar inglés. Ella observó que la fila de personas
conducidas, transcurría muy rápidamente y que la investigación y la sentencia
no duraba más de un minuto. A pesar de
su nerviosismo, se percató que algunas personas se encontraban en la sala bajo
la misma acusación que sobre ella pesaba: “contrabando”, y que el juez se
limitaba a leer la acusación y a preguntarle al acusado: “culpable o
inocente”. Todos los acusados se
declaraban culpables y el juez los condenaba a una multa de algunos dólares.
Al llegar el
turno de la joven Alicia, el juez le dice sin quitar, la mirada del documento
que reposaba en su pupitre: -acusada de contrabando, ¿culpable o inocente?-, a
la que la joven contesta: -inocente-. En
este momento el juez levanta la mirada, se quita los lentes y hace un gesto
como que no podía creer lo que escuchaba.
Y la joven repite, -soy inocente, no he hecho nada y ni he pretendido
hacer nada, sólo acompañaba a mi hermana que sí tiene derecho a comprar en el
Comisariato-. El juez, no podía admitir
que una joven nativa se atreviera a retar las leyes del Canal Zone, y después de pensarlo unos segundos, proclama la
sentencia: -Usted es culpable, está
expulsada de la Zona del Canal y no tendrá derecho a pisar este territorio el
resto de su vida-.
De esta
manera, la joven Alicia Castro fue exilada de una parte de su propio
territorio. Así me lo relató mi difunta
madre y así yo se los cuento para que las presentes y futuras generaciones, no
nos olvidemos de cómo eran las cosas cuando una parte de nuestro territorio
estaba ocupado por el ejército de los Estados Unidos.
Panamá
América / Opinión / 22 de mayo de 2014
Ruptura
de relaciones con los Estados Unidos
Dr. Eduardo Flores Castro
Catedrático
de la Universidad de Panamá
La ruptura de las relaciones
diplomáticas con los Estados Unidos, como respuesta a la agresión del ejército
estadounidense contra el pueblo panameño, en enero de 1964, la da a conocer
públicamente el presidente Roberto Chiari al mediodía del 10 de enero. Pero,
¿cómo y de quién fue la idea de romper relaciones? He leído y escuchado varias
versiones sobre este hecho, y lo más probable es que cada una de ellas contenga
parte de la verdad.
El Dr. Eloy Benedetti señala que
en la noche del 9 de enero de 1964, le entregó al presidente Chiari la nota que
le había ordenado redactar el canciller Galileo Solís, en que rompíamos
relaciones con los Estados Unidos. Lo que no nos dice el Dr. Benedetti es si el
presidente Chiari le había dado instrucciones al canciller Solís de redactar
dicho documento. Además, nos señala Benedetti, que cuando le entrega el
documento al presidente, le impresionó el rostro adusto y severo de Chiari
mientras lo leía, y que no le quedó la menor duda de que la decisión de romper
relaciones diplomáticas ya la hubiera tomado con anterioridad.
El Licdo. Jorge Flores, en su
ensayo “Cincuentenario de la Gesta Patriótica de enero de 1964”, nos señala que
después de no ser atendida la demanda del presidente Chiari, de que las
autoridades zonian detuvieran la agresión contra Panamá, a las 2:25 a.m. del 10
de enero, se le comunica al secretario de Estado de Estados Unidos Dean Rusk,
en un cablegrama firmado por el ministro de Relaciones Exteriores Galileo
Solís, después de una exposición de motivos y de calificar como injusta y
despiadada agresión de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, lo siguiente:
“cumplo con informar a vuestra excelencia, que debido a los sucesos a que antes
me he referido, el Gobierno de Panamá considera rotas sus relaciones diplomáticas
con su ilustrado Gobierno, y en consecuencia, ha impartido instrucciones a su
Excelencia el Embajador Augusto Arango para que regrese cuanto antes a la
Patria”.
En la madrugada del 10 de enero
de 1964, la Federación de Estudiantes de Panamá decidió convocar a una gran
asamblea general en el paraninfo universitario. De esta asamblea salió el
manifiesto que en el primer punto solicitaba la ruptura de relaciones
diplomáticas con el Gobierno de los Estados Unidos. Al llegar la marcha a la
Presidencia y hacerle entrega del documento al presidente Chiari, este sale al
balcón de la Presidencia y anuncia a la manifestación que abarrotaban las
calles, la ruptura de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos.
La noticia de la ruptura de
relaciones la publica el diario panameño Star&Herald, en grandes titulares
en su primera plana en la edición del 10 de enero de 1964. Entonces, ¿por qué
si para la mañana del 10 de enero ya se conocía que Panamá había roto
relaciones con los Estados Unidos, los universitarios insisten en este punto?
Yo le hice esta pregunta al Dr. Adolfo Ahumada, dirigente estudiantil
universitario de esta época, y me señaló: “El ministro Solís Palma nos había
informado que existían fuertes presiones para que el presidente Chiari revocara
la ruptura de relaciones, por lo que nuestra solicitud plasmada en la
manifestación iba dirigida a que el presidente se mantuviera en esta decisión”.
Hace algunos años, tuve la
oportunidad de conversar con Solís Palma (q.e.p.d.) sobre los hechos del 9 de
enero de 1964, y le pregunté que como ministro de Educación de ese momento,
cómo había sido el ambiente en la Presidencia. Él me respondió: “En el Gabinete
prácticamente todos se oponían a la ruptura de las relaciones, su familia se
oponía y los grupos de poder económico estaban presionando para que no lo
hiciera, ya que temían que los Estados Unidos tomara represalias económicas
contra el país”.
El 13 de enero, Chiari se reúne
con el delegado estadounidense Thomas Mann. Al final de la conversación, Mann
le informa que la inteligencia norteamericana había descubierto que los
comunistas habían penetrado posiciones importantes dentro del gobierno
panameño, que había algunos dentro de los consejeros del presidente, y que
Fidel Castro trataría de introducir armas a Panamá. Ante esta aseveración,
Chiari no hizo ningún comentario. Es probable que Mann al señalarle al
presidente Chiari sobre ese infiltrado comunista en su gabinete se estuviera
refiriendo al ministro Solís Palma.
Ante la gravedad de los hechos, y
la negativa del ejército estadounidense de cesar la agresión armada contra la
población panameña, y ante el apoyo y el clamor del pueblo, el presidente
Chiari toma la muy difícil y patriótica decisión, y nos convertimos en el
primer país de América que rompía relaciones con la primera potencia militar
del mundo.
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