La Prensa / Opinión / 3 de noviembre de 2011
Desafíos
de la educación
Dr. Eduardo Flores Castro
Catedrático de la Universidad de Panamá
El
desarrollo sustentable y la disminución de la marginación social no se logran a
través de programas de estructuración económica, sino a través de mejoras en la
calidad de la educación. Por más que crezca la economía, nunca va a erradicar
la pobreza, a menos que se acompañe con una transformación que mejore nuestro
sistema educativo.
De
aquí que se hace indispensable crear mecanismos nacionales e internacionales
para medir la calidad educativa, como la participación en pruebas
internacionales de conocimiento (Pisa, Timss y Pirls), pruebas en las que
nuestro país no participa. Debemos
establecer pruebas nacionales para evaluar el desempeño de cada centro
educativo del país, y que estos resultados nos retroalimenten para hacer los
ajustes necesarios.
Si
deseamos elevar el nivel académico de nuestras universidades, debemos hacer
efectiva la educación preescolar obligatoria en todo el país y ampliarla a la
edad de tres años. Modernizar la
educación universitaria implica mejorar la formación de los maestros y
profesores de secundaria. El escoger la profesión de educador no debe ser el
“Plan B” para los jóvenes. Pero, para
que esto ocurra debemos incrementar significativamente los salarios de los
educadores y ser más selectivos en el ingreso a las carreras de formación de
docentes. Llegará el momento en que
tendremos que exigir licenciaturas para ser maestros, maestría en la
especialidad para ser profesores de media y doctorados en la especialidad para
ser docente universitario.
Debemos
reflexionar sobre el hecho de que solo el 46 % de nuestros jóvenes termina la
educación media y que solamente el 70 % de los que se gradúan de la media
ingresa a instituciones de educación superior. Esto cobra importancia cuando se ha señalado
que para que una persona tenga la posibilidad de salir de la pobreza se
requiere que por lo menos haya cursado un año de universidad. La educación es
una cuestión de supervivencia.
Cada
nueva administración del Ministerio de Educación hace una inversión millonaria
en equipamiento de equipos de laboratorio, pero esto nunca se ve reflejado en
una mejora de la calidad de la educación. Para que este equipamiento en la media sea
exitoso, estos programas deben estar asesorados y dirigidos por las
universidades del Estado que forman a los profesores que utilizarán dichos
equipos. Solo con una adecuada formación
y capacitación de los profesores de media se le puede sacar provecho a estas
inversiones millonarias.
La
mejora de la calidad de la educación no es responsabilidad exclusiva de los
gobiernos. Ellos siempre preferirán
transformaciones curriculares que se estructuren en un año, se apliquen en el
siguiente año y se puedan utilizar publicitariamente en las próximas campañas
electorales. Un proyecto de
modernización de la educación se debe proyectar a 20 años. Debe iniciarse con el establecimiento de un
pacto nacional por la educación, que involucre en la discusión a todos los
sectores de la sociedad, que fije metas medibles de mejoras académicas y cree
mecanismos para monitorear sus avances.
La Estrella / Opinión / 6 de noviembre de 2010
La educación en
Panamá
Dr. Eduardo Flores Castro
Catedrático de la Universidad de Panamá
En mediciones realizadas entre 16 países de
Latinoamérica, Panamá está por debajo de la media en logros alcanzados por
nuestros estudiantes de premedia. Ellos han mostrado serias deficiencias en:
Matemática, Ciencias Naturales, Español y Ciencias Sociales. Mientras que Cuba,
Colombia, Costa Rica y El Salvador están sistemáticamente por arriba de
nosotros.
Se requiere establecer mecanismos de medición obligatoria de la calidad de la educación a todos los niveles, a través de un sistema nacional de evaluación de los conocimientos adquiridos. La evaluación es una condición necesaria para mejorar la calidad del sistema educativo, ella permite medir la calidad de los aprendizajes y establecer los procesos de mejoramiento. Se deben crear estándares de calidad para contar con parámetros de comparación. Una de las formas de comparar nuestra calidad es oficializar nuestra participación en pruebas internacionales.
Es una condición ineludible, la revisión de los objetivos y los procesos curriculares de las carreras universitarias que forman docentes del sistema educativo. Estas revisiones deben estar diseñadas en armonía con las necesidades del siglo XXI y en mejorar la formación profesional y cultural de los docentes. La formación del docente debe estar fundamentada en: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser. Un mal médico puede segar la vida de una persona, un mal docente puede truncar el futuro de generaciones enteras que el país necesita para su desarrollo.
Debemos establecer estímulos económicos para estudiantes sobresalientes que ingresen a las carreras universitarias para la docencia. Se deben mejorar las condiciones de trabajo de los docentes y elevar sus salarios para mejorar su reconocimiento social, y así lograr que un número mayor de jóvenes brillantes opten por la docencia.
Se hace necesario reemplazar la actual capacitación de los veranos que tienen los docentes, por un sistema permanente de capacitación y actualización, que estructure cursos previamente diseñados y evaluados. Estos cursos, además de mejorar la formación del docente, deben incrementar su cultura humanística y científica.
Debemos establecer incentivos para los docentes y centros educativos que sobresalgan en los diferentes componentes del proceso educativo y realicen actividades innovadoras. Se requiere instaurar calendarios de revisión periódica de los planes y programas de estudio en todos los niveles del sistema educativo.
Cerca del 50 % de los estudiantes que realizan las pruebas de admisión de la Universidad de Panamá y la Universidad Tecnológica, no logran superarlas. Las universidades estatales deben crear programa de medición de avances de los estudiantes durante todo el año. Las universidades deben crear cursos propedéuticos, en todas las disciplinas, para los estudiantes que deseen mejorar su formación y aumentar sus posibilidades de ingreso a las mismas. Debemos promover que los docentes universitarios produzcan libros de textos, de calidad internacional, actualizados y adaptados a nuestro entorno.
Se debe hacer efectiva la educación preescolar obligatoria en todo el país como responsabilidad del Estado, y ampliarla a las edades de 3 y 4 años. A las edades iniciales es cuando se forman las estructuras de las habilidades lingüísticas y matemáticas de una persona.
Es indispensable mejorar las infraestructuras de las escuelas y colegios existentes y crear nuevas edificaciones modernas que faciliten y motiven el aprendizaje. Masificar la educación no debe implicar pérdida de la calidad. Cobertura de la educación sin calidad, produce exclusión social. El acceso a una educación de calidad es un derecho inalienable.
Se debe organizar un proyecto de modernización de la educación que se inicie con el establecimiento de un pacto nacional por la educación, que involucre en la discusión todos los sectores de la sociedad, sin excepción. Elaborar esta hoja de ruta no es tarea fácil, pero vale la pena, porque, como dijo el maestro Octavio Méndez Pereira: “Todos los problemas de una sociedad se resuelven a través de la educación”.
La
Prensa / Opinión / 19 de marzo de 2012
La educación como tema central
Eduardo
Flores Castro
Catedrático de la Universidad de
Panamá
La
educación universitaria es el instrumento más importante para luchar contra las
desigualdades y la exclusión social, para establecer y profundizar los valores
democráticos, para impulsar el desarrollo económico y cultural y para promover
el desarrollo personal y la mejora de la calidad de vida de la sociedad.
Para que nuestras universidades puedan jugar este
papel, debemos facilitar y estimular la movilidad de nuestros profesores y
estudiantes, y elaborar proyectos conjuntos con universidades extranjeras. Se debe hacer partícipe a nuestros egresados
de las actividades universitarias, para que ellos contribuyan desde su
perspectiva de profesionales a los proyectos de investigación y desarrollo. Hay
que procurar incorporar a más profesores visitantes a la docencia. Urge
incrementar el número de profesionales que se dediquen exclusivamente a la
investigación en nuestras universidades. Es necesario crear la cultura del registro de
patentes de inventos en nuestras universidades.
Si deseamos formar profesionales creativos y flexibles, debemos hacer
permeables las fronteras que separan nuestros Departamentos en las universidades. Las universidades no deben ser un lugar
terminal, sino una vía de acceso a una red de conocimiento con otras
universidades.
Si deseamos aumentar la participación de nuestras
universidades en los procesos productivos, debemos crear mecanismos para que
los profesores puedan participar en licitaciones a nombre de nuestras
universidades y en caso que la ganen, una parte importante de los ingresos del
contrato revierta al profesor. Para impulsar
de forma efectiva la educación superior en nuestras provincias, debemos darles
una real autonomía a los Centros Regionales Universitarios o convertirlos en
universidades autónomas.
Nuestro mayor recurso es el cerebro de nuestra
gente. Las universidades son el quinto
poder de una nación, el poder de la mente.
Un estado moderno no puede existir sin un sistema de educación superior
destinado a generar profesionales innovadores que propongan soluciones a los
problemas nacionales y enrumben el camino hacia una sociedad sustentable. Un
conocimiento competente es aquel que nos permite conocer y entender para
reformular, redescubrir y transformar a favor del desarrollo con justicia
social.
Hemos pasado de la sociedad agrícola, a la sociedad industrial y luego
a la sociedad del conocimiento, pero ahora estamos en la “Era de la Responsabilidad”, donde los conocimientos deben estar
dirigidos a disminuir las desigualdades y a la preservación del ambiente.
Todos somos responsables de nuestro futuro. Elaborar una hoja de ruta que marque
el rumbo de la educación, es señalar el camino del desarrollo nacional, porque
establecer una educación de calidad es condición necesaria para preservar la democracia. Por ello espero que en las próximas campañas a la Presidencia de la
República, la educación sea un tema central.
La
Estrella / Opinión / 6 de febrero de 2012
el Estado Y La Educación
Dr.
Eduardo Flores Castro
Catedrático de la Universidad de
Panamá
El papel del Estado es actuar como promotor de la
innovación, como inversor de riesgo y como productor de profesionales
calificados. Al menos el 15 %
del presupuesto anual de nuestro país debe estar destinado a la Educación, en
la actualidad éste no alcanza el 9 %. El Estado debe establecer un
programa que otorgue 200 becas por año durante 20 años para estudiar maestrías
y doctorados en áreas estratégicas y en universidades de vanguardia. Pero, paralelo a esto se deben crear mecanismos
para que estos profesionales con alta formación se puedan incorporar a nuestro
sistema productivo a su retorno al país, y que se les den las facilidades, para
estos nuevos doctores, se puedan dedicar a la investigación.
El Estado debe apoyar económicamente a nuestras universidades
estatales, para que creen carreras de doctorados en todas las áreas del
conocimiento, y así formar los profesionales de alto nivel, que contribuirán a
analizar y proponer soluciones a los problemas nacionales.
La sociedad panameña pierde la confianza en sus
universidades, ya que debido a las falsas rendiciones de cuentas, no informan a
los ciudadanos sobre el uso de sus impuestos y sobre la calidad de educación
que imparte. Preguntas como: ¿Cuál es la
variación del cociente: número de estudiantes por profesor en los últimos diez
años? ¿Cuántos profesores se dedican
sólo a la investigación? ¿De los
profesionales que ha becado la SENACYT a cuántos las universidades los han
contratado para que hagan investigación? ¿Cuál es la variación del cociente:
número de funcionarios administrativos por estudiante en los últimos diez
años? ¿Cuál es la cantidad de tiempos
completos y sobresueldos que se otorgan en los años electorales? ¿Cuál es su posición en el Ranking Mundial de
las Universidades? Respuestas a estas preguntas
la sociedad espera conocer.
Tenemos que aceptar que nuestras universidades les
falta mucho por hacer en el campo de la formación de profesionales y en la
generación de conocimientos. Según el
Reporte de Competitividad Global 2010-2011, de un total de 139 países
analizados, Panamá está dentro del 8 % peor evaluado tanto en educación
superior como en educación primaria. A
pesar de este resultado, el
52 % de la población está satisfecha con nuestra educación pública. Esto es lamentable, ya que si no existe la
presión social no forzamos a la mejora del sistema educativo.
Invertir en educación superior, implica invertir en
instituciones de investigación hasta conseguir que los resultados se desborden
a los sistemas productivos. Debemos
ofrecer incentivos a las empresas para que se involucren en la innovación de
productos. Es indispensable que el
Estado de un impulso importante a la investigación en las universidades, sobre
todo en sus etapas iniciales.
La inversión en Investigación y Desarrollo en
nuestro país es menor que 0,2 % del Producto Interno Bruto. Esto debería alcanzar por lo menos 1 %, si
en verdad deseamos salir del subdesarrollo.
Se requiere introducir en las leyes que rigen nuestras universidades
estatales, normas que señalen que el 10 % de sus presupuestos anuales, deben
estar destinados a investigación e innovación.
Es necesario introducir en la Constitución un artículo que señale que: el
presupuesto de las universidades del estado, nunca podrá ser inferior al del año
anterior. Esto le daría estabilidad económica a las universidades públicas y no
estarían expuestas al chantaje de los gobiernos de turno.
La educación en nuestro país se ha convertido en una
fuente de desigualdad, ya que una educación de baja calidad es marginación
social. Sin una educación de calidad,
los sectores desposeídos no tienen la oportunidad de ascenso social y lo que
hacemos es preservar la desigualdad de generación en generación.
La
Prensa / Opinión / miércoles 24 de agosto de 2011
Educación por Competencias
Dr.
Eduardo Flores Castro
La competencia implica poner en práctica conocimientos, habilidades y
actitudes en una labor que lleve a la producción de un objeto o a la generación
de un servicio que lo hace competitivo en comparación con los estándares de
calidad preestablecidos. La competencia es un concepto económico que se ha
convertido en el principal modelo pedagógico de nuestros días, bajo la
denominada educación por competencias.
En 1991, el Banco Mundial sugirió la enseñanza por competencias para
los bachilleratos tecnológicos. En 1999 se da la Declaración de Bolonia y,
posteriormente, se crea el Proyecto Tuning, en Europa, en el que se seleccionan
las competencias genéricas y específicas para varias disciplinas. Al extenderse
a la educación básica, se le denomina competencias fundacionales; en las
escuelas normales se le llama competencias didácticas; en las licenciaturas
reciben el nombre de competencias profesionales, y en los posgrados se le
denomina competencias investigativas.
El proyecto Definition and
Selection of Competencies de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico, definió y seleccionó las competencias consideradas
esenciales para la vida y el buen funcionamiento de la sociedad. A través de la
educación por competencias se priorizan ciertas necesidades del mercado, como
la tecnología de la comunicación y de la información y las lenguas extranjeras.
Luego, se incluyen las competencias que los individuos necesitan para
participar en un mercado de trabajo flexible, y el espíritu emprendedor.
Para algunos, el propósito de la educación es preparar al individuo
para enfrentarse, exitosa y productivamente, a las revoluciones científicas y
tecnológicas, y así contribuir a elevar el PIB de su país. Para otros, es
formar a seres humanos solidarios y reflexivos, que mejoren su condición de
vida y contribuyan a erradicar la pobreza, marginación, contaminación y que
desarrollen valores para estructurar una sociedad sustentable.
Estamos de acuerdo que se formen individuos productivos, pero,
también, personas que piensen y cuestionen, que tengan sensibilidad artística,
que se interesen por la historia y la filosofía. La historia cumple, para la comunidad,
la misma función que la memoria para cada persona: le da sentido de identidad.
Las competencias no se pueden desarrollar tomando en cuenta solo las
demandas empresariales. Debemos caminar hacia una educación inclusiva,
integral, pensada para formar un ciudadano crítico y tolerante. La educación es
un bien social que debe desarrollar a la persona para la vida en sociedad; debe
regirse por las motivaciones e intereses de toda la comunidad.
Es necesario reflexionar sobre la eficacia de este modelo. Quizás,
debamos orientar las competencias hacia un aprendizaje respetuoso de las
diversidades, compensador de desigualdades, encaminado al desarrollo personal y
de la comunidad, que busque convertir nuestras comunidades en sociedades más
justas. Que den respuestas a la sociedad que existe y, también, a la sociedad
que debemos construir.
Algunos autores señalan que con este modelo educativo se corre el
riesgo de que se reproduzcan, preferentemente, los valores de los grupos
económicos dominantes. Otros señalan que dividir las actividades en un conjunto
de competencias es un enfoque reduccionista y conductista. En este sentido, Benedicto XVI señaló: “la Universidad debería volver a su auténtica
vocación que busca la verdad propia de la persona humana, y no la reducción
utilitarista que busca solo satisfacer la demanda laboral”.
En la Universidad de Panamá, la administración impulsa que los
programas de las asignaturas de las carreras se estructuren por competencias.
No sabemos si esto ha sido un acuerdo pactado con organismos internacionales o,
simplemente, la idea de seguir la “moda pedagógica”. Si la Universidad se aboca
a reestructurar todos sus currículos en el modelo por competencias, antes se
debe dar una amplia discusión, con todos los estamentos, sobre los beneficios y
perjuicios que esto puede conllevar.
Un programa por competencias, o cualquier otro, por sí solo no elevará
el nivel académico estudiantil. Esto debe ir ligado a cambios profundos como el
perfeccionamiento docente, mejores laboratorios, infraestructura, facilidades
para una mayor movilidad, de docentes y estudiantes, y mejores políticas de
investigación, entre otros puntos.
¿Por qué el modelo por competencias, que no tiene historia pedagógica
sino dentro de la economía, se ha convertido en el principal modelo de la
pedagogía? ¿Qué tipo de ciudadano pretende formar? ¿Qué implicaciones conlleva
la implementación de un modelo de formación por competencias? ¿Por qué muchos
organismos internacionales financian el modelo por competencias y no otros
modelos como el de la espiral dinámica o el de inteligencias múltiples? ¿Por
qué las competencias profesionales de los países desarrollados no son las
mismas que la de los países latinoamericanos?
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