Palabras del Dr. Eduardo Flores Castro
ante el Consejo General Universitario de la Universidad de Panamá
el 4 de mayo de 2010
Asistir a presentar ideas ante el Consejo General Universitario, siempre ha sido motivo de orgullo para nosotros los universitarios. Este es el escenario por excelencia para el debate, la confrontación, pero también para el acuerdo y la concertación, por ello me presento ante ustedes con respeto.
Nuestra posición no es de adversar a una persona, se trata de trazar el camino para enriquecer la visión de futuro. El análisis nos lleva al punto de revisar cuan conveniente sea repetir una vez más la dirigencia que tiene más de dos décadas.
Los antecedentes más inmediatos del principio de no reelección se encuentran en la Ley 6 de 1991, que redujo el periodo del rector a 3 años y prohibió la reelección en el periodo inmediato para “quien haya ejercido el cargo por más de tres años”. En aquella ocasión, el profesor García de Paredes propició la Ley para prohibir la reelección del Rector Abdiel Adames.
Durante la administración del Dr. Carlos Iván Zúñiga se convocó, en 1993, a un Congreso Universitario, con el objetivo de aprobar un anteproyecto de Ley Orgánica. Luego de sendas deliberaciones, se aprobó el anteproyecto de Ley, cuyo Artículo 28 indicaba que: “El Rector, los Decanos y Directores de Centros Regionales no podrán ser reelegidos en el periodo inmediatamente posterior”. En aquella ocasión también el actual Rector, en aquel entonces Decano de Humanidades, levantó la mano dando su aprobación a este anteproyecto de Ley que prohibía la reelección.
En el año 2005, después de una serie de discusiones y un plebiscito universitario donde no hubo ponderación del voto, fue precisamente el Profesor García de Paredes quien presentó y sustentó en la Asamblea de Diputados la actual Ley 24, que incluye la prohibición de reelegir a sus autoridades. A nuestro criterio, el profesor García de Paredes debería ser consecuente en su posición de no reelección, independientemente de quién esté en el cargo.
La aplicación del principio de no reelección en el cargo de Rector es necesaria para que los procesos electorales internos sean oportunidades propicias para confrontar visiones, planes, programas, proyectos, metas y estilos de dirección. La no reelección inmediata busca evitar la continuidad de la primera autoridad universitaria y así permitir la innovación de ideas y estrategias emanadas desde la rectoría.
La prohibición de la reelección tiene la finalidad de garantizar un mínimo de igualdad de condiciones para los docentes-candidatos al cargo más elevado de la Universidad , de manera que los resortes del poder no estén parcializados, porque de ser así se pervierte la autonomía universitaria.
La reelección del Rector somete a la comunidad universitaria a una situación de intranquilidad y confrontación política innecesaria, desviando energías y recursos económicos que deberían dedicarse a propiciar una amplia reflexión sobre el quehacer de la Institución.
La obcecada sugerencia de la reelección debilitaría la democracia interna, porque sus autoridades, como parte interesada, contarían con todas las ventajas, dando un mal ejemplo de ejercicio democrático a los universitarios y a la sociedad.
Cuando estaba culminando el periodo del Dr. Ceferino Sánchez, también algunos universitarios le plantearon la posibilidad de que se reeligiera, pero él a pesar que la Ley le permitía la reelección prefirió dar paso a otra visión de Universidad. Posteriormente al final de periodo del Dr. Carlos Iván Zúñiga, otros le sugirieron que se reeligiera, usando la argucia de retirarse unos meses antes de cumplir los 3 años, pero él prefirió honrar su palabra y no reelegirse.
La reelección del Rector de la Universidad de Panamá no es conveniente porque las funciones de docencia, investigación, extensión, producción y servicios de la Institución quedan subordinadas al interés político electoral, puesto que desde el inicio del periodo de un Rector, éste estaría preparando su reelección. Esto lo advirtió Méndez Pereira cuando dijo que uno de los peligros es que se llegara “a crear el tipo de profesor o de Rector que hace política tratando de captar la benevolencia del estudiante, en perjuicio de su imparcialidad”.
En una comunidad universitaria de más de 4 mil docentes, nadie puede autocalificarse de indispensable, pues hay suficientes profesores que tienen la capacidad y el compromiso para ocupar el cargo de Rector. Nadie puede adjudicarse el papel de representar la gobernabilidad o de ser el equilibrio entre la derecha y la izquierda. Tampoco es válido el argumento pueril: “que quedan cosas por hacer en la Universidad ”. Por supuesto que siempre quedarán cosas por hacer en nuestra Universidad, sobre todo si en los últimos 7 años hemos perdido más de 10 000 estudiantes, sobre todo cuando el patrimonio en tierras que tiene la Universidad ha disminuyendo.
Los 14 años que el profesor García de Paredes ha estado en la Rectoría es tiempo más que suficiente para haber desarrollado un plan académico, científico, humanista y tecnológico y llevar a la Universidad de Panamá a la vanguardia de las más importantes universidades.
Colegas universitarios, pensemos lo que vamos a hacer, el tema de la Ley de la Universidad no está en la agenda de la Asamblea de Diputados, si llevamos una propuesta de modificación de la Ley Orgánica de la Universidad de Panamá, nosotros sabremos lo que entra a la Asamblea , pero no sabemos lo que de ella saldrá. Los que voten favorablemente a llevar esto a la Asamblea serán los responsables históricos de lo que suceda.
El cambio es el oxígeno de la vida académica. No estamos para discrepar con una persona, estamos para construir un nuevo proyecto, respetando lo aportado en el pasado y deseando que todas las fuerzas se sumen a la construcción del futuro. Yo tengo plena confianza en este Consejo General Universitario, porque con ustedes, junto con miles de universitarios que nos acompañan renovaremos nuestra Universidad.
Deseo concluir con las palabras del Libertador Simón Bolívar cuando sentenció: "Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo: de donde se origina la usurpación y la tiranía"
La Estrella / Opinión / 7 de enero de 2012
la Universidad y Las Nuevas Reglas
Dr. Eduardo Flores Castro
Catedrático de la Universidad de Panamá
El Rector
convocó al Consejo General Universitario en diciembre de 2011, con el fin de
presentar “Propuestas encaminados a racionalizar la estructura del personal
académico y administrativo”. Tales propuestas, parten por reconocer el
“creciente
desequilibrio entre la matrícula estudiantil, que en los últimos años ha
descendido, en tanto la cifra de profesores y empleados administrativos se ha
incrementado”. Este abultamiento de la planilla, según el proponente,
se debe básicamente a que para jubilarse no es obligante la separación del
puesto de trabajo, conforme a las normas legales vigentes.
Con este enfoque
aprobaron que los docentes, aún jubilados, puedan prestar sus servicios hasta
la edad máxima de 75 años, mientras que los trabajadores administrativos que se
han jubilado a los 57 años las mujeres y a 62 años los varones deberán ser
separados de sus puestos. Aquí podemos
apreciar que la medida además de ser injusta y discriminatoria, podría dar
cabida a cuestionamientos sobre su legalidad. Lo correcto hubiera sido haber elevado una
consulta jurídica a la Procuraduría de la Administración para tener mayor
seguridad que lo actuado se hace con apego al derecho. En el pasado los órganos de gobierno universitarios
han aprobado acuerdos en materia laboral que han sido impugnados legalmente,
costándole elevadas sumas de dinero del presupuesto a la Institución.
No obstante,
aprobaron excepciones a las reglas anteriores relativas a la permanencia
laboral. En el caso de los docentes, bajo la figura de Profesor Emérito, se
podrán contratar a profesores con 75 años o más “de excepcionales méritos
académicos”, que no podrá ser más de 50 educadores. En cuanto al
personal administrativo que se hayan acogido a la jubilación, podrán ser
contratados mediante servicios
profesionales, “en caso de necesidad”. Aunque estas excepciones sean reglamentadas,
lo cierto es que dado el régimen centralizado de la Universidad donde el Rector
goza de amplias atribuciones y preponderancia, los escogidos para permanecer en
la Institución, podrían convertirse en un selecto grupo de privilegiados por la
discrecionalidad de la autoridad.
Estas llamadas
medidas de racionalización no abordan las causas reales de la problemática de
la Universidad, expresada en el agotamiento de un modelo de gestión académico y
administrativo. La drástica y preocupante
disminución de la matrícula en las diferentes carreras representa la ineficacia
del actual modelo institucional. En el
2003 teníamos unos 74 mil estudiantes y ahora contamos con menos de 50 mil.
Esto debiera provocar la convocatoria de un gran debate con la participación de
todos los estamentos universitarios, los egresados y la comunidad nacional, de
manera que concluya en la necesidad de una urgente renovación integral, novedosa
y democrática de la mayor casa de estudios superior.
La Estrella / Opinión / 18 de junio de 2013
EVALUACIÓN
DE DOCENTES UNIVERSITARIOS
Eduardo
Flores Castro
Catedrático de la Universidad de
Panamá
Recientemente la Universidad de Panamá aprobó un
nuevo reglamento para su Sistema de Evaluación de los Profesores, el cual
derogó la anterior reglamentación. Parto del principio que es necesaria la
evaluación permanente del desempeño a fin de la mejora continua del ejercicio
de la docencia, lo que es imprescindible para contar con egresados preparados
para enfrentar las demandas de este siglo y la consecuente acreditación
universitaria.
La primera observación es que dicho reglamento no define
los objetivos del sistema de evaluación. Sin objetivos hay desorientación y se
carece de metas. Una evaluación docente debe tener fines académicos y
didácticos precisos, tal como las buenas prácticas de la docencia y la
identificación de las debilidades, lo que daría una base para programas de
perfeccionamiento para la mejora continua de la docencia.
El comentado reglamento es un instrumento
disciplinario, cargado de sanciones que van desde la amonestación escrita y perdida
de la condición de tiempo completo hasta la suspensión laboral y la destitución.
Esta materia es parte del reglamento
disciplinario que ya existe y que debe ser actualizado, pero no de un sistema
de evaluación de los docentes. Según
nuestro criterio, este reglamento atenta contra la estabilidad del personal
académico.
Lo que realmente corresponde es crear la carrera
académica que exija el cumplimiento de deberes, pero garantice derechos. En donde la evaluación del desempeño de los
profesores sería uno de los componentes que regularía la carrera académica,
mandatada por el Estatuto y nuestra Ley.
Este reglamento es disciplinario y no de evaluación
académica, ya que contempla solo aspectos cuantitativos para supuestamente
evaluar la labor docente, y deja a un lado factores cualitativos. Los cursos de perfeccionamiento son vistos
como castigo para el que sale mal evaluado, en vez de ser parte de una política
académica de actualización constante.
Los incentivos al docente bien evaluado son
insignificantes e irrealizables, y están redactados en términos de probabilidad
“tendrá preferencia”, “de acuerdo con la realidad financiera de la
institución”. Por tanto, el único incentivo
real podría ser, que una buena evaluación solo servirá para que no pretendan atentar
contra la estabilidad del profesor.
No nos parece correcto que este reglamento no se
aplique a las altas autoridades y otros altos funcionarios, exonerándolos de
las funciones de investigación, extensión, producción y servicios. El Sistema
de Evaluación por Resultados debería ser eso mismos: “Un Sistema”, en donde
todos los elementos del proceso deben ser evaluados y no solamente el último
eslabón de la cadena que es el profesor.
El carácter punitivo de este reglamento, tiene el
riesgo que pueda ser utilizado como un instrumento de persecución política y no
para mejorar las actividades académica de la institución. Por consiguiente, hacemos un llamado a todos
los profesores y a las autoridades conscientes del Consejo Académico que
rechacemos su aplicación y exijamos su reevaluación.
Lunes 24 de noviembre de 2014 / Opinión / La Estrella
La Evaluación del Docente
Dr. Eduardo
Flores Castro
Catedrático de la Universidad de Panamá
Desde el 2013 se ha aplicado, en la
Universidad de Panamá, el llamado “Sistema de Evaluación de los Profesores” que
lejos de cumplir los objetivos de la Universidad y contribuir al mejoramiento
del proceso enseñanza-aprendizaje, es un sistema carente de definiciones
conceptuales y procedimientos precisos; y cuyo marco procedimental se ha ido
improvisando, a medida que se han presentado los cuestionamientos del personal
docente.
Estas evaluaciones, además de estar lejos
de medir el esfuerzo que hacen los docentes en su desempeño, no incentivan las
buenas prácticas. Su aplicación, sin haber aprobado previamente el manual de
procedimientos y sin que exista claridad al respecto, ha generado un clima de
desasosiego e incertidumbre en los profesores, contrario a una evaluación que
debería promover la excelencia del buen docente.
Siempre se ha dicho que los docentes no
les gusta que los evalúen, pero lo que nunca se dice es que por lo general,
cada vez que se implementa un nuevo modelo de evaluación, el mismo hace más
énfasis en medidas punitivas que en incentivos para la mejora de la calidad
educativa.
Más que una evaluación, se asemeja a un
régimen disciplinario que enfatiza en la aplicación de sanciones que van desde
la amonestación verbal, la amonestación escrita, cursos obligatorios, la pérdida
de tiempo completo, suspensión temporal de labores, hasta llegar a la destitución
como pena máxima. Esto, en la práctica, amenaza la estabilidad consagrada en
nuestra Ley Orgánica y en el Estatuto Universitario. Es inadmisible que con el
pretexto de hacer cumplir los deberes de los profesores, se vulnere derechos.
Comprensible es que la institución asegure el cumplimiento de las obligaciones de
todos los docentes, en el entendido que su accionar se debe enmarcar en una
gestión académica y administrativa de calidad. Pero cuando ello atenta contra derechos,
se desnaturaliza el propósito.
El reglamento que crea las evaluaciones
de la función docente y el rendimiento por resultados, no tiene objetivos
específicos que señalen las metas e indicadores que debe alcanzar la labor de enseñanza-aprendizaje.
Cuando se ordena tomar cursos de perfeccionamiento, es para penalizar y no con
la idea de mejorar el perfil del docente.
Prueba de ello es que no se da ningún tipo de seguimiento a quienes los
toman. Para matizar, se incluyen incentivos limitantes, incumplidos e intrascendentes.
Sería interesante conocer ¿cuántos profesores se han hecho merecedores a los
incentivos que indica el sistema, cuando su evaluación es “excelente”? y
¿cuáles han sido esos incentivos? Todo
indica que el objetivo es ampliar el régimen disciplinario en desmedro de la
estabilidad docente.
Es cuestionable que la norma
reglamentaria exceptúa de la evaluación de rendimiento por resultados a las
autoridades y a algunos profesores que ocupen cargos administrativos. Un
verdadero sistema de evaluación no sólo debe ser integral, sino que debe
abarcar a las autoridades, pues son estos los primeros que han de ser evaluados
como ejemplo ético hacia los demás colegas.
Luego de mantener en zozobra a los docentes,
por el hecho de no estar claro quién debe certificar las evidencias de
cumplimientos, las autoridades han reconocido que no existe aún un manual de
procedimiento consensuado para aplicar el Sistema de Evaluación.
Por las consideraciones expuestas
hacemos un llamado a las autoridades para que suspendan la aplicación de la
evaluación y en contrapartida se rediseñe un sistema de evaluación integral,
propositivo, renovador y técnicamente bien sustentado, con las debidas
consultas a los docentes.
La Estrella / Opinión / 14 de agosto de 2013
La Libertad y la Transparencia en la Universidad de Panamá
Eduardo
Flores Castro
Catedrático de la Universidad de
Panamá
Las universidades forman parte de las instituciones
sociales que juegan un papel vital en la transformación de un país. A los
jóvenes que a ella asisten, los internaliza de conocimientos integrales, indispensable
para la modernización y la democratización de la sociedad. En ella, se proporcionan los valores que
aseguran la equidad y la participación en la solución de los problemas asociados
con el desarrollo sustentable de la sociedad.
En las universidades, la libertad no sólo implica el
derecho a enseñar y debatir sin verse limitado por doctrinas instituidas; la
libertad también implica, el derecho a expresar sin temor su opinión sobre la
institución y las normas con que se labora.
Es el derecho a elegir y ser elegido a cualquier cargo de elección, sin
temor a represalias. Todo persona en un
centro de enseñanza superior deberá poder ejercer sus funciones sin sufrir
discriminación alguna por partes de las autoridades.
La transparencia consiste en la creación de un
ambiente que facilite el acceso a la información. En el caso de las
universidades, la transparencia implica el derecho a evaluar y cuestionar las
políticas universitarias, conocer el destino de su presupuesto y de los
procesos de negociación y venta de su patrimonio. Es el acceso a los procesos de contratación
de profesores y administrativos. La
transparencia es el impulsor de la innovación, la investigación y de las buenas
prácticas, en la medida que permite que sus miembros tengan confianza en sus
autoridades.
Hoy más que nunca, el país requiere de espacios y
condiciones en donde las acciones de sus hombres y mujeres, sirvan de
paradigmas al resto de los conciudadanos. Esta afirmación es esencial cuando se
trata del papel de sus instituciones insignias como la Universidad de Panamá,
en donde rescatar su misión de conciencia crítica y propositiva es tarea de
todos.
En medio del poco edificante panorama electoral, la crisis
institucional y los crecientes problemas sociales, lamentablemente la
Universidad de Panamá está sumida en graves acusaciones penales contra sus autoridades;
procesos disciplinarios contra docentes y encausamientos para destituir a
autoridades electas que cuestionan a la administración.
Por el prestigio de nuestra Universidad construido a lo largo de siete décadas, estas acusaciones no deben
ser tomadas a la ligera. Entre las
denuncias presentadas ante el Ministerio Público, por quien fue Director de
Asesoría Legal de la institución durante más de diez años, resalta la querella
contra sus más altas autoridades, por la comisión de los delitos de: Abuso de
Autoridad, Infracción de los deberes de los Servidores Públicos, Omisión en el
cumplimiento de deberes, Extralimitación de Funciones, Asociación
Ilícita, Falsedad Ideológica y Lesión al Patrimonio.
Ante la gravedad de tales denuncias, sin precedentes
en nuestra historia institucional, en nombre de los universitarios y de las
generaciones de egresados que han aportado a nuestro desarrollo y al
perfeccionamiento de la identidad nacional, demandamos hacer público los
resultados de las investigaciones imparcial, honesta e integral sobre estas
acusaciones.
Además, en un acto sin antecedentes, se le ha
otorgado una cátedra de regular, a un docente que no concursó, mientras varios
académicos que legítimamente obtuvieron sus plazas por concursos, no reciben la
continuidad de su condición de Tiempo Completo, porque no han sido dóciles a la
administración.
La actual administración incumplió la Ley Orgánica
de la Universidad de Panamá durante varios años al no organizar la elección para
ocupar el cargo de Defensor Universitario.
Ahora resulta que la Defensora de los Universitarios elegida por
votación, se le ha acusado de excesos en el ejercicio de sus funciones y ha sido suspendida de su cargo. Es obligante señalar que este puesto, se debe
ejercer con independencia y no subordinado a las autoridades.
La vigencia de las libertades democráticas y el
derecho a discrepar es consustancial a la Universidad y merece su salvaguarda
incondicional. De ahí que rechazamos toda actuación dirigida a utilizar
procesos disciplinarios contra quienes optemos por asumir una opinión crítica
ante las autoridades. Estos procesos no
son propios de una universidad que se proclama democrática.
Cuando a un colega se le vulnera sus derechos y las
garantías del debido proceso, los universitarios deberíamos seguir una máxima: No siempre he compartido tus ideas, pero lucharé
con todas mis capacidades para defender el derecho que tienes a manifestarte y
a denunciar los actos de corrupción, sin miedos y sin amenazas y sin que por ello
seas objeto de persecuciones.
Cuando alguien denuncia un acto de posible corrupción,
lo correcto es investigar la denuncia y no pasar a procesar disciplinariamente
al denunciante, ni aludir a la trillada frase: Esos son los enemigos de la Universidad que forma parte de una
conspiración infame.
La Universidad de Panamá frente a las elecciones
nacionales del 2014, debe servir de modelo al gobierno y a los partidos
políticos en materia de: uso adecuado de los fondos públicos, investigación transparente
de las denuncias de corrupción, defensa de las libertades de todos sus miembros,
tolerancia, erradicación de la persecución y de los pases de facturas contra
los que no los favorecieron con el voto, y estricto cumplimiento de las normas
legales.
La
Estrella / Opinión / 3 de septiembre de 2015
Las
tierras de CIENCIAS AGROPECUARIAS
Dr. Eduardo Flores Castro
Catedrático
de la Universidad de Panamá
Como docente de la Universidad de
Panamá expreso mi mayor solidaridad con el justo reclamo de los estudiantes de
la Facultad de Ciencias Agropecuarias, quienes exigen la pronta adquisición de
tierras aptas para la docencia, la investigación y sus prácticas académicas. El
gobierno nacional y las altas autoridades universitarias tienen el deber de dar inmediata solución a esta justa demanda,
con una finca que reúnan las condiciones y con un proceso de absoluta
transparencia.
Resulta inaceptable el daño irreparable
que se le ha hecho a la formación de los profesionales de las ciencias
agropecuarias, a causa de la ineficiente administración de las autoridades
universitarias. Hasta el 2012, se contaba con la
Granja Universitaria de Tocumen de unas 300 hectáreas con equipos, animales y
cultivos que aseguraban la calidad educativa. Sin ninguna previsión este centro
especializado se clausuró por su venta, quedando los estudiantes sin esta imprescindible
área de enseñanza experimental. No está demás señalar, que la carrera de
Producción Animal, que hacía sus prácticas en estos terrenos, era la única
carrera que contaba con reconocimiento internacional.
El Consejo Administrativo de la
Universidad de Panamá aprobó, en el 2012, vender por 109 millones de dólares,
estas tierras para una proyectada ampliación del Aeropuerto de Tocumen. El
rector ha señalado, en reiteradas ocasiones, que fueron forzados a proceder con
la venta. Sin embargo, nadie recuerda que como respuesta a la presión del
Órgano Ejecutivo, las autoridades hayan concitado a la comunidad universitaria a
defender el patrimonio y la autonomía de la Universidad de Panamá. Estoy seguro
que si hubieran hecho el llamado, todos los universitarios y la sociedad habríamos
dado nuestro respaldo a la defensa de nuestro patrimonio.
Si era inevitable la venta de ese
valioso patrimonio, entonces la elemental gestión administrativa debió condicionar
la venta, a que sólo se saldría de estos predios, cuando estuviesen
garantizadas tierras con igual o mejores condiciones, de manera que no afectara
la continuidad de la calidad formativa de los estudiantes.
Esta deplorable situación de la
Facultad de Ciencias Agropecuarias, debe servir para debatir sobre la pérdida
del patrimonio de la institución. Debemos alertar que terrenos importantes en
Tocumen, han sido alquiladas, por las autoridades universitarias, a una empresa
por una suma irrisoria de dinero y por un plazo irracional de tiempo. Además,
en Río Hato también se vendieron varias decenas de hectáreas por una suma
mínima, cuando ya se sabía que estos terrenos aumentarían su valor muy rápidamente.
Considero que es pertinente establecer
una norma legal que exija la realización de un referendo universitario, para
autorizar a las autoridades y los órganos de gobierno universitarios vender el
patrimonio en tierras, acumulado por años. Sin embargo, en este momento lo
prioritario es resolver el problema de nuestros estudiantes que no cuentan con
terrenos para su formación académica, que producto de una administración
central irresponsable, les ha cercenado este derecho. Es lamentable que esta
afectación a la formación académica, añada un aspecto más a la crisis del
sector agropecuario; cuando nuestra universidad debería estar dictando pautas
para el diseño de un plan estratégico de reconversión agropecuaria que asegure
la soberanía alimentaria de nuestro país.
Discurso del Dr.
Eduardo Flores Castro con motivo de la toma de posesión como Rector de la
Universidad de Panamá 2016-2021
“Los
tiempos han cambiado y los signos de la nueva época revelan con elocuencia
irresistible que el país tiene necesidad de renovación. Renovación de hombres,
de prácticas, de costumbres y de sistemas. La renovación es la ley eterna de la
vida que se cumple en los mundos siderales y en todas las formas de la materia
y que se impone también en los pueblos, en las sociedades y en los
individuos.” Eusebio A. Morales, 1908.
Hace
40 años, un joven humilde egresado del colegio José Daniel Crespo de Chitré,
llegó al Chorrillo a vivir en un cuarto abandonado en la Calle 27, no sabía
dónde quedaba la Universidad de Panamá. Por lo que preguntó, ¿Cómo hago para
llegar a la “U”?, y le dijeron: Toma un bus, ve contando las paradas y te bajas
en la parada 18, y ahí está la Universidad.
Yo lo hice, conté 18 paradas y me bajé, sin embargo algo me decía que
esa no era la Universidad. Efectivamente me había bajado en el Hospital de la
Caja de Seguro Social. Así inició la vida universitaria de aquel joven que hoy
toma posesión como Rector de la Universidad de Panamá.
El
Movimiento de Renovación Universitaria, nace hace 8 años con el anhelo de
construir mejores días para la Universidad y el país; de establecer una
educación superior cónsona con las exigencias de nuestro tiempo; y con el afán
de construir una Universidad con más libertades.
Este
movimiento se nutrió de mujeres y hombres dispuestos a sacrificar lo necesario:
su puesto de trabajo, su familia e incluso su salud. La lucha fue digna,
pausada y tenaz. No hubo un día sin trabajar,
sin meditar y sin concretizar el anhelado sueño. Colocamos los cimientos que
soportan los peldaños de este gran Movimiento, que la nación entera observa
atenta y con esperanza. Mi eterno reconocimiento y agradecimiento a todos
ellos.
Nosotros
no hemos hecho más que interpretar el querer de miles de docentes, estudiantes
y administrativos. La renovación universitaria es más que un grupo organizado,
es una propuesta de transformación que pretende convertirse en la nota
característica de la cultura universitaria, de ahí que hago la convocatoria para
que todos formen parte de este empeño renovador.
Con
este acto de toma de posesión una nueva generación de universitarios asume la
conducción de la Universidad de Panamá.
Estos nuevos actores en la vida universitaria han optado por un
liderazgo con visión de futuro, incluyente y ético.
Creemos
en un liderazgo colectivo, que se base en la consulta y el consenso. Debemos remplazar el protagonismo
personalista por el liderazgo incluyente.
El rector ha de ser portavoz de los órganos de gobierno. Los Decanos y Directores de Centros
Regionales deben ser voceros de unas empoderadas Juntas de Facultades y de
Centros Regionales.
Esta
nueva dirigencia renovadora concibe que por encima de las individualidades está
la institucionalidad. Que primero está el interés supremo de la comunidad
universitaria, que las autoridades son pasajeras y la institución es
permanente, que jamás debe confundirse la universidad con el rector. La exaltación del rector tiene que dar paso
al protagonismo institucional de la Universidad.
El
funcionamiento de la Universidad no puede darse con la distinción entre amigos
y enemigos, entre aduladores y disidentes, entre los que votaron por mí y
quienes votaron con otros candidatos.
Nos proponemos rescatar la plena libertad de pensamiento, el derecho a
disentir, la libre adhesión política y el respeto al estado de derecho
universitario. Es indispensable dotarla de una dimensión ética a la convivencia
universitaria, de ahí que proclamemos nuestro rechazo a la eterna reelección, a
toda práctica clientelista y cualquier forma de corrupción.
La
Universidad debe adoptar un sistema de integridad pública, con prácticas
permanentes de transparencia y verdadera rendición de cuentas, intolerable y en
vigilia constante contra el flagelo de la corrupción.
La
democracia universitaria debe restablecerse plenamente. Por eso es que el
liderazgo renovador entiende que las autoridades al ser elegidas no reciben un
cheque en blanco, ni el ejercicio democrático se limita sólo a ejercer el voto. El liderazgo democrático es participativo, consultivo
y transparente en su actuar. Esto implica la adopción de mecanismos
institucionales de participación efectiva de los universitarios.
Desde
esta tribuna hago una convocatoria a todos los universitarios a participar del
proceso de transformación. Que cada día
sea un peldaño ganado a las estructuras obsoletas, al tradicionalismo, a la
indiferencia y a la falta de creatividad e innovación. También solicito a la
comunidad nacional a que nos apoyen en esta cruzada renovadora. Nuestras
comunidades, la sociedad organizada, el sector privado y público, tienen mucho
que aportar.
Convoco
a todos los egresados a que hagamos un reencuentro con nuestra alma mater. Nuestros miles de egresados son parte de la
comunidad universitaria y son el más fiel exponente de nuestro aporte al
desarrollo del país.
Con
su voto, los universitarios soberanamente optaron por la renovación de la
Universidad de Panamá. La comunidad nacional
con su opinión influyó en el triunfo de la alternativa de la transformación de
esta alta casa de estudios superiores. Nunca antes una elección había generado
tantas expectativas como la recién escogencia de las autoridades. Tenemos absoluta conciencia de las expectativas
que a lo interno y a nivel nacional se tiene en nuestra administración y en el
nuevo período histórico que debe experimentar la Universidad de Panamá.
La
comunidad universitaria y la sociedad panameña nos miran con la fe y el
optimismo de que la renovación es posible, a sabiendas que ésta empezó con los
resultados de la elección. Ahora nos
toca desarrollar un proceso renovador permanente.
Urge
la adopción de un nuevo modelo de gestión institucional propositiva, participativa
y con capacidad de reinventarse, lo que potencia el cumplimiento de la doble
misión de la universidad. Es decir, formar
profesionales con las capacidades y actitudes que requiere el desarrollo presente
y futuro del país, al tiempo que con la investigación e innovación se convierta
en centro de estudios de los problemas nacionales.
La
Universidad de Panamá tendrá que someterse a una necesaria transformación
académica integral, lo que involucra la revisión total de su estructura y
ofertas educativas. Esto nos debe llevar
a renovar las carreras de acuerdo a las necesidades de la sociedad y el campo
del trabajo, crear nuevas carreras, al igual que visualizar las carreras del
futuro, según las tendencias nacionales y mundiales.
En
los próximos meses revisaremos el estado actual de las diversas modalidades de
educación y los convenios vigentes en materia de titulación conjunta. Estableceremos nuevos mecanismos de ingreso a
la Universidad, donde deseamos establecer cursos propedéuticos para disminuir
la distancia académica entre la escuela media y la Universidad.
A
la investigación le daremos una priorización institucional, mediante una
consultada definición de las líneas estratégicas de mayor impacto, mayores
recursos económicos y un nuevo modelo de gestión. De manera que a través de ella
se genere y apliquen los conocimientos para dar respuesta a los problemas nacionales.
Para ello es indispensable crear conciencia a nivel gubernamental y empresarial
sobre la importancia de la investigación para el desarrollo del país, lo que
requiere una inversión de más recursos económicos.
Con
urgencia, procederemos a elaborar una propuesta de reforma al Reglamento de
Investigación, para que la incentive y a la vez estimule el ingreso de nuevos investigadores
con doctorados. En lo inmediato debe reestructurarse
el reglamento del Sistema de Evaluación del Desempeño Docente, eliminarle su
componente punitivo y dotarlo de objetivos que conduzcan al logro de la
excelencia académica.
Igualmente
es necesario reestructurar el reglamento de Banco de Datos, a fin de asegurar
que esté plenamente basado en méritos y ejecutorias, desechando la
discrecionalidad y clientelismo. Todo
ello con el objeto de garantizar el relevo docente de la más alta formación. Es
indispensable crear la norma para otorgar automáticamente la condición de
Profesor Tiempo Completo a los docentes que lo posean al ganar un concurso como
profesor regular.
Los
posgrados constituyen la mejor vía para la producción, difusión y aplicación de
conocimientos, de ahí que ampliaremos las ofertas de posgrados. De esta forma haremos de la investigación nuestra
mayor fortaleza.
Por
eso, identificaremos los programas de maestría que tienen la posibilidad de
otorgar títulos intermedios, y daremos inicio a la elaboración de un plan de
intercambio académico con otras universidades.
De igual forma propondremos crear títulos intermedios en todas las
licenciaturas posibles.
Revisaremos
el reglamento de estudios de posgrados, al que se debe incorporar un régimen
especial para profesores que cursan doctorados.
También iniciaremos un programa de becas para estudios de doctorado. La propuesta es que dentro de 5 años la
Universidad de Panamá tenga 200 nuevos doctores. En este sentido, estamos en conversaciones con
la SENACYT para que otorgue 100 becas de doctorado en los próximos 5 años en
áreas prioritarias: 50 para el Campus y 50 para los Centros Regionales. Estas becas serán otorgadas de acuerdo al
procedimiento de convocatorias y selección del IFARHU-SENACYT.
Los
estudiantes universitarios enfrentan los retos de una sociedad cada vez más
competitiva y cambiante, lo que hace necesario incorporar nuevos paradigmas
educativos. Las características del
estudiantado han cambiado, es más diversa y compleja. Las dos terceras partes de la matrícula es
femenina. Comparten aulas estudiantes
que solo estudian con estudiantes que trabajan; estudiantes del interior, de la
metrópoli y de las comarcas. Así como estudiantes con capacidades especiales.
Estamos
gestionando becas con el IFARHU para los jóvenes que opten estudiar licenciaturas
con baja matrícula y que requiere el país. Entre estas carreras están: Física,
Matemática, Química, Historia y Filosofía. Además, adoptaremos un plan piloto
de internet inalámbrico en el Campus. Mejoraremos el menú de nuestras
cafeterías y revisaremos el horario de atención en las unidades académicas y la
Biblioteca.
Con
el ánimo de potenciar los grupos estudiantiles en todas sus facetas (cultural,
artísticos, conservación del ambiente y en temas de actualidad social), se
organizará el último martes de cada mes, el “Martes Estudiantil”. El primer Martes Estudiantil será el 26 de
octubre y el tema será: Métodos de Lucha del Movimiento Estudiantil en pro de
Reivindicaciones Sociales.
Con
una visión prospectiva a largo plazo nos hemos comprometido a dirigir la
construcción colectiva del “Plan de
Desarrollo Universitario del Centenario”, que tendrá como horizonte el
2035. Esto requerirá imaginarse y
simular cómo será la universidad en los próximos 19 años, lo que sólo es posible
con una visión interdisciplinaria futurista.
Es
necesario renovar el modelo de gestión académica y administrativa de los
Centros Regionales, Extensiones y Programas Anexos, de suerte que se cuente con
planes regionales de desarrollo universitario, como parte de un plan
nacional. Tenemos el desafío de
consolidar los Centros Regionales como espacios para el estudio, investigación
y el diseño de propuestas para enfrentar los problemas provinciales y
nacionales.
Para
esto, realizaremos en el primer semestre del próximo año, Congresos Regionales
por Provincia, en donde los Centros Regionales convocarán a las instituciones
gubernamentales y sectores productivos para discutir y planificar el futuro
regional y elaborar una Hoja de Ruta por provincia para los próximos 20 años.
En estos congresos se discutirá y se planificará en materia de salud,
educación, seguridad alimenticia, ambiente, delincuencia, urbanismo, turismo,
deforestación, etc.
No
habrá rector y vicerrectores elitistas.
Asistiremos con alegría a todas las ceremonias de graduaciones, y
estaremos satisfechos y orgullosos de los logros de nuestros estudiantes.
Pretendemos
ir adoptando un nuevo modelo de gestión horizontal, colectiva y transparente. La Universidad de Panamá debe convertirse en
una institución ejemplar de la administración pública panameña, donde impere la
cultura de la gestión estratégica, la evaluación y la calidad. Para ello hay que cerrarle las puertas a toda
forma de autoritarismo, clientelismo y corrupción. Al respecto, deseo anunciar la creación de un
concurso para incentivar la cultura de transparencia, a denominarse “Mi Universidad Transparente”.
En
febrero vamos a convocar un Congreso Nacional Universitario con la
participación de representantes de todos los estamentos, con el fin de discutir
en forma integral nuestra Ley Orgánica. En él debatiremos, entre otros temas, sí
es positivo que las autoridades se puedan reelegir indefinidamente, debatir sobre
nuestro presupuesto y en donde presentaremos la propuesta que el 10 % de
nuestro presupuesto sea destinado exclusivamente a la investigación.
La
Universidad de Panamá debe ser modelo de buenas prácticas ambientales. Fomentaremos
una cultura ambiental de conservación y prevención de desastres y el desarrollo
sostenible. Implantaremos un conjunto de
medidas para la reducción del consumo de energía y elaborar procesos para la gestión
y procesamiento de residuos.
Hace
70 años, el 24 de septiembre de 1946, mediante la Ley 48 se desarrolló el
régimen de la autonomía especial dado a la Universidad por la Constitución de
aquel año. Incalculable ha sido el
significado positivo que ha tenido en el desarrollo de la institución. Amerita convocar a la realización de un
balance histórico de la autonomía universitaria y su dimensión actual.
Hoy,
más allá de ser un espacio contestatario y de conciencia crítica, la
universidad pública como la nuestra, debe ser un espacio de desarrollo del
pensamiento crítico, de participación y de formulación de propuestas.
El
proyecto de renovación de la Universidad de Panamá involucra darle a su
autonomía otra dimensión. De manera que se convierta en espacio de estudio de
los temas nacionales. Esto obliga hacer una
entidad participativa y propositiva, capaz de establecer nuevas relaciones con
la comunidad, organizaciones sociales, sector privado y sector público.
La
Universidad por ser centro donde se genera y transfiere conocimiento, es una
fuerza motora de cambios sociales. Somos
la institución nacional que concentra las mayores inteligencias del país. Vincular la universidad al país es uno de los
grandes propósitos de esta nueva administración. Tal como decía Octavio Méndez Pereira: ponerla
al servicio del pueblo y en sintonía a los problemas palpitantes del momento.
Aspiramos
a fortalecer la relación de la extensión con la docencia y la investigación,
vinculando al proceso educativo con la realidad nacional. Transformar el claustro universitario en
laboratorio de análisis y foro institucional.
Desde la primera semana de esta nueva administración se organizarán los “Miércoles Universitarios”, de manera
que durante los semestres, cada miércoles a las 6:30 p.m, en el Paraninfo de la
Universidad de Panamá, se realice una actividad académica o cultural, dirigida
a los universitarios y a la comunidad.
Les
puedo anunciar que la agenda de Los Miércoles Universitario de octubre, es:
·
Miércoles
5 de octubre a las 6:30 p.m: Concierto de gala de la Orquesta Filarmónica de la
Universidad de Panamá.
·
Miércoles
19 de octubre a las 6:30 p.m: Panel sobre Barro Blanco.
·
Miércoles
26 de octubre a las 6:30 p.m: Foro: Juventud, Participación y Desarrollo.
Además,
cada mes anunciaremos por las redes sociales y todos los medios posibles, La Agenda Académica y Cultural. Para
este mes de octubre ya tenemos programadas más de 30 actividades académicas y
culturales.
Deseo
comunicarles que nuestra administración será austera y se desprenderá de
algunos privilegios que han tenido los rectores en las últimas décadas:
· * Ningún
chofer con auto de la universidad irá a buscarme a mi casa, ni me llevará a mi casa. Iré en mi auto y regresaré en mi auto, tal como lo he hecho durante 34
años. Todos los autos de la institución,
dormirán en la Universidad.
· * No se renovarán
los autos de la universidad, incluyendo el que utiliza el rector, a menos que
sea estrictamente necesario.
· * Todos
los teléfonos celulares de las autoridades serán eliminados, y cada autoridad se pagará su teléfono
celular.
· * Esta
administración no tendrá asesores asalariados.
Todos los asesores serán eliminados. No los necesitamos, ya que contamos
la disposición de los 4 200 profesores de nuestra universidad.
· * Se hará
una mora para no aumentar el número de personal administrativo de la institución.
No es posible que pasada cada elección se aumente la planilla, para pagar
favores políticos.
Hace
65 años, el rector Octavio Méndez Pereira, en un acto de graduación de 1951,
les decía a los estudiantes: “visitando recientemente el taller de un gran
artista de Florencia, me llamó la atención la estatua de un ciego en actitud de
caminar, con los brazos extendidos desesperadamente hacia la luz. Una réplica de esta estatua ha de verse pronto
como obsequio mío en nuestro campus como símbolo del ciudadano que llegue a
nuestras puertas en busca de saber.
Hacia la luz será el lema de los dinteles de estas puertas”. Más adelante decía “Quien camina hacia la luz, camina hacia el amor y hacia la esperanza,
hacia el bien y hacia la verdad”.
Inspirados
en el legado de este pensamiento, queremos empeñar todas nuestras energías para
hacer honor a esa estatua histórica, que la universidad camine diariamente
hacia la luz renovadora, que más allá de ser una esperanza, sea la universidad
una fuente de conocimiento, de propuestas y modelo de actitud ética hacia todo
el país.
Hago
nuestro el célebre Juramento Académico que elaboró nuestro primer Rector, que
señala: “Juro luchar con toda mi
capacidad por la dignidad del hombre, por la cultura, por la justicia, por la
libertad, por el derecho a vivir en paz, sin miedo y sin amenazas, en un mundo
donde imperen límpidamente la democracia y la solidaridad humana”.
Emulando
estas históricas palabras, quiero proclamar solemnemente nuestro compromiso,
teniéndolos a ustedes como testigo: Juro
luchar con toda mi capacidad por la renovación de la universidad; por ponerla
al servicio del país, especialmente de los más necesitados; por desarrollar la
investigación al más alto nivel; por la libertad de disentir y el imperio del
estado de derecho; por la transparencia y por una conducta ética ejemplar.
La
tarea es grande, pero grande será nuestro esfuerzo. Con Dios, sabiduría y
templanza lo lograremos.
Muchas Gracias, Que
Dios los Bendiga
No hay comentarios:
Publicar un comentario