La Prensa / Opinión / 12 de diciembre de
2012
¿Por qué ocurren las inundaciones?
Eduardo
Flores Castro
Catedrático de la Universidad de Panamá
Una precipitación pluvial de más de 60 mm/h se le considera una lluvia
torrencial. Es indudable, que debido al
cambio climático, este tipo de lluvia será cada vez más frecuente en algunos lugares y en otros habrá sequías
prolongadas. Pero, decir esto así, pareciera
que estuviéramos responsabilizando a la naturaleza de lo que hemos provocado.
Veamos algunas actuaciones que explican con más detalles ¿por qué ocurren las
inundaciones?
Los bosques cumplen una función de esponja del agua de lluvia. De este modo el agua no se va directamente a
los ríos, si no se queda almacenada en los suelos y es lentamente liberada a
los acuíferos subterráneos. La destrucción
de los bosques de galería en la rivera de los ríos, desnuda el suelo y facilita
que las lluvias los erosionen, con lo que llegan a los ríos grandes cantidades
de materiales que le restan capacidad de transporte de agua. Derribar manglares para construir
residencias, no sólo representa un peligro potencial para las personas que allí
habitarán; sino que con esto, eliminamos la protección a las costas contra la
erosión, las inundaciones, los huracanes y los efectos del oleaje.
La falta de planificación en el uso del suelo, que se traduce en la
ocupación de núcleos poblacionales en las cercanías de los cauces de los ríos,
representa un permanente peligro para las personas que ahí habitan. El crecimiento urbano no controlado, produce
suelos impermeable cubiertos por edificaciones y carreteras, que impiden la
absorción del agua de lluvia y provocan que el agua llegue a los cauces de los
ríos rápidamente.
Las canalizaciones inadecuadas de ríos es otra de las causas de las
inundaciones. Si no están bien planificadas,
solucionarán los problemas de inundación en algunos tramos del río pero los
agravan en otros. En algunas barridas, se
elevan el nivel del suelo, dos a más metros para evitar que sus ocupantes
sufran futuras inundaciones, pero si no está bien diseñado el sistema de
canalización de las aguas de lluvia, estarán trasladando este problema a las
poblaciones vecinas que en un inicio no sufrían estos percances. Esto
significa, que los estudios de impacto ambiental de estas obras no han sido
bien realizados, pero aun así, han sido aprobados por las autoridades.
No está demás señalar que el botar basura en los ríos y calles, obstaculizan
el flujo y desagües de las aguas, que aumenta significativamente las
posibilidades de inundación. Es necesario, un plan nacional de educación
ciudadana para desechar este pernicioso hábito.
Pero en otras ocasiones, las inundaciones de las calles se deben a los
desechos de las construcciones o a que las bombas para evacuar el agua de los
alcantarillados, son obsoletas o se encuentran dañadas.
Es necesario contar con un plan eficiente de vigilancia de la salud de
los ríos, que entre otros parámetros, evalúe periódicamente la capacidad de
carga de los mismos. De igual forma, se
requiere instalar un sistema de alerta temprana de inundaciones, en los ríos
con estas historias ambientales. Para
finalizar, deseo señalar que muchas de las causas por la que ocurren las
inundaciones las podemos resumir, en que las instituciones gubernamentales en
nuestro país no están cumpliendo las funciones para la que han sido creadas.
La
Prensa / Opinión / 1 de julio de 2015
Tiempo
de preservar los Humedales
Dr. Eduardo Flores Castro
Catedrático
de la Universidad de Panamá
Un humedal es una zona de
transición entre los sistemas acuáticos y terrestres, cuya superficie natural o
artificial está inundada de forma permanente o temporal. Cuando la inundación
es temporal, debe prolongarse lo suficiente para que permita el desarrollo de
suelos híbridos y vegetación acuática. Así, los humedales pueden ser de agua
estacionada o corrientes, igual que de agua dulce, salobre o salada. El área
cubierta de agua favorece un ecosistema híbrido entre los puramente acuáticos y
los terrestres, en el que se desarrolla una constante interrelación con los
seres vivos que la habitan.
El carácter distintivo de los
humedales está en su escasa profundidad del nivel freático. Las condiciones
especiales de ese entorno hacen posible que la fauna sea endémica y
diferenciada de las zonas adyacentes. La categoría de humedal comprende áreas
de propiedades diversas:
1. Marinas: afectadas por
caudales fluviales, como arrecifes de
coral y litorales.
2. Ribereñas: tierras inundables
por el desbordamiento de los ríos, como bosques anegados y lagos de meandro.
3. Estuarios: desembocaduras de
los ríos al mar, en donde el agua alcanza una salinidad media, como deltas y
bancos fangosos.
4. Lacustres: cubiertas
permanentemente de agua con baja circulación, como lagos de volcanes y lagunas
en general.
5. Palustres: ecosistemas que
contienen casi permanentemente agua, con plantas herbáceas, como pantanos y
ciénagas.
6. Manglares: zonas inundadas y
con árboles muy tolerantes a la salinidad, por lo general, cercanos a las desembocaduras de cursos de agua dulce,
en costas de latitudes tropicales y subtropicales.
La Convención Relativa a los
Humedales de Importancia Internacional, en especial, como hábitat de aves
acuáticas, conocida en forma abreviada como Convenio Ramsar, fue firmada en la
ciudad de Ramsar (Irán) el 2 de febrero de 1971. De aquí que se haya escogido
esa fecha como El Día Mundial de los Humedales.
Su principal objetivo es la
conservación y el uso racional de los humedales por medio de acciones locales y
que, gracias a la cooperación internacional, se logre un desarrollo sostenible.
En la actualidad, 168 países se han sumado a dicho acuerdo para proteger 2 mil
193 humedales, que suman una superficie total de 2,1 millón de km2.
Cada tres años, los países miembros se reúnen para evaluar los progresos y
compartir conocimientos y experiencias.
Los humedales son filtradores
naturales de agua gracias a las plantas hidrófitas (acuáticas), cuyos tejidos
almacenan y liberan líquido. Mientras que los manglares sirven de protección
natural contra las marejadas, las tormentas y las olas que generan los huracanes e incluso, por efectos de los
maremotos. También previenen la erosión de las costas y la llegada de agua
salada; se adaptan al aumento del nivel del mar y regulan el clima.
En el caso de los humedales,
estos son el hábitat y refugio para una variedad de fauna acuática, terrestre y
aves. En vista de que los peces, mamíferos acuáticos y aves son capaces de
migrar grandes distancias, la destrucción o degradación de los humedales de un
país determinado puede tener impactos directos sobre los recursos biológicos de
otros países.
En ellos se obtiene materia prima
para la construcción y proporcionan recursos alimenticios, medicinales y
ornamentales. Todo esto es el resultado de los procesos químicos y biológicos
que en ellos se desarrollan.
Además de su belleza escénica, de
jugar un papel recreativo y educativo; regulan procesos ecológicos esenciales
para la vida como los ciclos hidrológicos y de carbono, y mejoran la calidad
del agua, por lo que se les considera como “los riñones de la tierra”. Esta
capacidad se explica por ser zonas de transición entre los sistemas acuáticos y
terrestres, de forma que el agua que pasa por los humedales experimentan un
proceso de sedimentación y adsorción, así como cambios biológicos en los que
intervienen microorganismos y plantas, antes de llegar a los cuerpos de agua.
La Estrella / Opinión / 23 de septiembre de 2015
La
importancia de los Humedales
Eduardo Flores Castro
Catedrático de la Universidad de Panamá
La función de
los humedales como pozos de sedimentos, se debe a que las partículas de los
suelos por estar cargadas eléctricamente retienen sustancias disueltas en el
agua con cargas opuestas; este es el caso de remoción de fosfatos. Sin embargo,
una de las funciones más importante de los humedales es su dinámica biológica
entre microorganismos y plantas. Este mecanismo, remueve del agua el nitrógeno
de sus formas amonio y nitratos a través del proceso microbiano de
desnitrificación, evitando así la hipoxia (falta del oxígeno en el agua).
El incremento
del bióxido de carbono atmosférico resulta de la quema de combustibles fósiles,
incendios forestales, y degradación de los humedales. Es importante que el
bióxido de carbono en lugar de estar contaminando el ambiente y calentando el
planeta a través del efecto invernadero, sea retenido. Una función importante
de los humedales es la regulación en el ciclo del carbono. A pesar que los humedales representan el 3 %
de toda la superficie terrestre, guardan el 40 % del carbono generado en el
planeta, evitando así la emisión de millones de toneladas de bióxido de carbono
a la atmósfera. Los humedales capturan 12 veces más bióxido de carbono que las
selvas.
En los
humedales, el almacenamiento de carbono no sólo se da en la parte aérea y
radicular de las plantas, sino también en el suelo. Cuando los residuos de la
vegetación del humedal caen al suelo, el material vegetal se acumula y se forma
una capa muy rica en materia orgánica. Parte de los residuos orgánicos de las
plantas se degrada y otra porción permanece sin descomponerse debido a las
condiciones de inundación del terreno, por lo que el material vegetal se
incorpora al suelo como material orgánico no descompuesto. El almacenamiento de
carbono de los suelos de humedales es uno de los principales servicios
ambientales que dichos ecosistemas proveen.
En
suelos de manglares se han reportado de 9 kg/cm2 a 90 kg/cm2
de carbono retenido, evitando así su liberación a la atmósfera. De aquí que los
suelos de manglares pueden ser considerados como sumideros de carbono. Por lo
que el cambio de uso de suelo implica la liberación del carbono hacia la
atmósfera, contribuyendo al calentamiento global.
El vínculo
entre el agua, la alimentación y la energía es una de las relaciones
fundamentales para la sociedad. El ciclo del agua depende en gran medida de los
humedales. Sin ellos el ciclo del carbono y de los nutrientes se vería
significativamente alterado. De aquí que los humedales forman parte de la
solución a la seguridad del agua.
En algunos
lugares, los humedales son drenados por ser considerados zonas pantanosas
improductivas que albergan cocodrilos e insectos, pero estas acciones obedecen
al desconocimiento del gran valor ecológico que estos ecosistemas desarrollan.
Las principales actividades antropogénicas que han dado pie a la pérdida de
humedales son la tala excesiva, la contaminación y el cambio de uso del suelo.
Entre los cambios de uso del suelo destaca, el relleno de humedales para
transformarlos en potreros, para el desarrollo agrícola y por la expansión
irresponsable del urbanismo.
A pesar del
valor de los humedales y de algunas legislaciones para su protección, continúa
su destrucción y degradación. Esto provoca una gran pérdida, pues figuran entre
los ecosistemas más ricos en diversidad biológica del planeta, ya que
constituyen el hábitat fundamental de numerosas especies. Pero la pérdida de
los humedales cuesta mucho más; supone la desaparición de recursos o procesos
de ecosistemas naturales que benefician a los seres humanos. Los humedales
continentales previenen las inundaciones, porque absorben el exceso de lluvia,
y abastecen a los acuíferos de agua en época seca. Constituye también una zona
de reproducción de enormes cantidades de especies de peces, crustáceos y
moluscos, de gran importancia económica.
Son
fundamentales para el desarrollo humano sostenible, y lo que es más importante,
para la seguridad del agua. Por ende, los humedales forman parte de la solución
para la preservación del agua. Debido a los múltiples servicios que ofrecen, forman
parte integral del manejo del agua y deben ser tratados como una economía verde
que utilice eficientemente los recursos naturales.
Es necesario
que todas las partes y los actores involucrados, desde los usuarios del agua en
las comunidades, las empresas y los gobiernos, adopten medidas para aprovechar
de forma sostenible las oportunidades y los beneficios derivados de los
humedales, y ser consciente de las consecuencias de la continua pérdida y
degradación de estos ecosistemas.
La
Estrella / Opinión / 9 de diciembre 2015
Salvemos
El Humedal de Matusagaratí
Dr. Eduardo Flores Castro
Catedrático
de la Universidad de Panamá
En los últimos 100 años el
planeta ha perdido un 64 % de sus humedales, siendo este proceso más acelerado
en las últimas décadas. Anualmente se pierde un 1,0 % de estos sitios debido a
la expansión de las actividades agrícolas, al crecimiento de las ciudades, al
impacto del cambio climático y a la degradación de los mismos por agentes
químicos en el agua.
Los humedales son una fuente de
agua potable, para la irrigación de los cultivos y reducen la subida del nivel
del mar. Alrededor de 700 millones de personas viven de la pesca y de la
acuicultura en torno a los humedales. Según la Evaluación de Ecosistemas del
Milenio, cada kilómetro cuadrado de manglar, en su estado natural, es capaz de
producir entre 8 mil dólares a 168 mil dólares al año en mariscos. Esta cifra
aumentaría si le sumamos los otros servicios que los manglares nos ofrecen.
Panamá con sus 1 840 km2
de manglares, es el país centroamericano con mayor superficie ocupadas por este
ecosistema, lo que nos sitúa con una gran riqueza natural. Poseemos seis humedales
de importancia internacional: San San Pond Sak (Bocas del Toro), Lagunas de
Volcán (Chiriquí), Punta Patiño (Darién), Bahía de Panamá, Golfo de Montijo
(Veraguas) y Damani Guariviara (Comarca Ngäbe Buglé). Un estudio realizado en
nuestro país, señala que cada kilómetro de costa de manglar produce anualmente
un estimado de 100 mil dólares en camarones y pescado por año.
El físico panameño Guillermo
Burker a través de su tesis de maestría, ha demostrado que en zonas en donde se
han destruido los manglares, posee más intrusión de agua salina en sus
acuíferos costeros, en comparación con otras zonas muy próximas en donde se ha
preservado el manglar en la costa. En otro estudio de riesgo sísmico, se ha
determinado, que en las barriadas que han sido construidas sobre relleno de
manglares, el riego sísmico es mayor.
En los últimos 50 años han
desaparecido en nuestro país, alrededor del 60 % de nuestros humedales. Esto,
desconociendo que alrededor de 170 especies de peces están asociadas a estas
zonas. Entre estas especies tenemos: las corvinas, los pargos, los róbalos, los
jureles, las cojinúas, las macarelas, las sierras y las anchovetas. Además, de
moluscos como la concha negra, langosta, cangrejos y jaibas. En el caso de los
camarones, ellos desovan en la plataforma continental y las larvas migran hacia
los manglares, donde permanecen hasta etapas preadultas, para retornar
nuevamente mar afuera.
En febrero de este año, el
presidente Varela sancionó la Ley 39 que protege los humedales a lo largo de la
bahía de Panamá. Sin embargo, siguen ingresando a lugares próximos de los
manglares de Juan Díaz, camiones con desperdicios de proyectos de construcción
para ser depositados. En la zona de amortiguamiento de estos manglares, hay
cerca de 20 proyectos entre edificios, rellenos y canchas de golf. Los
moradores de Juan Díaz, han señalado que los proyectos inmobiliarios en torno
al corredor Sur, han producido inundaciones de sus residencias.
La falta de guardaparques en las
áreas costeras ha provocado que se desarrollen próximos a los manglares, pescas
con redes de arrastre, actividad que está prohibida en estos lugares. Además,
que en las playas próximas a humedales se dan extracciones de arena, esto a
pesar que la ley lo tipifica como un delito.
La laguna Matusagaratí se
encuentra en la provincia de Darién, distrito de Pinogana, en la ribera este
del río Tuira. Con una superficie de 49 mil 249 hectáreas, es la laguna más
grande e importante que tiene el país. En vista que es un lugar de desove y
criadero de especies marinas, terrestres y de aves, nuestros aborígenes la
llamaron sabiamente “Matusagaratí”, que quiere decir en lengua guna “Lugar de
abundancia de comida, rodeado de agua”
Este humedal fue absurdamente
comprado por un empresario agrícola, que ha estado desagüando por más de 6 años
la laguna. Su desagüe está impidiendo que deje de actuar como un filtro natural
que alimenta a los ríos subterráneos. Este crimen ecológico ha sido ejecutado
por una empresa que consiguió miles de hectáreas del humedal. El humedal
Matusagaratí es el corazón de la cuenca del Tuira, por lo que debe recuperarse
y cerrarse los canales que drenan la laguna. Esta reserva ecológica debe pasar
a manos del estado y ser declarado humedal protegido por ley.
La Estrella / Opinión / 27 de abril de
2015
LA
CONTAMINACIÓN ACÚSTICA
Eduardo
Flores Castro
Catedrático de la Universidad de Panamá
La acústica es la ciencia que
estudia las propiedades de las vibraciones en un medio susceptible de generar y
propagar sonidos audibles o no audibles. La acústica tuvo sus inicios en Grecia
en el siglo VI a.C. y se originó por el interés en estudiar la naturaleza de la
música.
Cuando
hablamos, la expulsión de aire de nuestra boca produce una diferencia de
presión que hace vibrar las moléculas del aire que nos rodea. Cuando esta
diferencia de presión llega al oído de una persona, produce una sensación
auditiva que denominamos sonido.
La rapidez con que se
propaga el sonido en el aire depende de la temperatura ambiente. En nuestro
país el sonido se propaga a una rapidez
aproximada de 348 m/s. Es decir, que el
sonido tarda un segundo en recorrer una distancia de 348 metros. El oído humano es capaz de percibir frecuencias
entre 20 Hz y 20 000 Hz. El rango de frecuencia sonora audible varía con la
adaptación de cada animal. El de los
perros está entre los 60 Hz y los 45 000 Hz, mientras que el de los gatos está
entre los 100 Hz y los 60 000 Hz.
El
tono de un sonido es la cualidad que nos permite clasificarlo como grave o
agudo. Esta propiedad está asociada a la frecuencia de la onda sonora. El timbre está asociado a la diferencia
que hace el oído cuando percibe un sonido de la misma frecuencia e intensidad,
pero de causas distintas. Si puedes distinguir el Do de un violín del Do de un
piano, se debe a que tu oído es capaz de notar la diferencia en la forma de estas
ondas.
La exposición prolongada a
ruidos de intensidad elevada origina una fatiga auditiva que es recuperable,
pero si los ruidos exceden los 80 dBA y la exposición al ruido se prolonga
durante meses, se origina una sordera denominada neurosensorial, la cual, por
destruir las células auditivas del oído interno, es irreversible. Con la edad
se origina una disminución de percepción auditiva que se denomina presbiacusia.
Esta disminución se inicia alrededor de los 25 años y es más acusada en los
hombres que en las mujeres.
Los efectos que produce el ruido
en nuestra salud son: Problemas cardiacos, hipertensión, sordera profesional, aumento del
umbral de percepción, perturbación del sueño, predispone a la violencia,
estrés, disminuye la concentración y puede causar impotencia sexual. En el caso
de los niños, afecta el crecimiento e interfiere con el aprendizaje. Cuando una
mujer embarazada se encuentra en un ambiente ruidoso, puede ocasionar que el
infante tenga posteriormente problemas de aprendizaje. La Comunidad Económica
Europea ha determinado que el ruido produce pérdidas de por lo menos 0,1 % del
producto interno bruto de sus países. Esto proyectado en nuestro país,
significa que estamos perdiendo alrededor de 50 millones de balboas al año
debido al ruido.
En términos generales, los
sonidos no periódicos son los que nuestro cerebro percibe como más molestos. Los
muy agudos son más dañinos que los graves. Los ruidos muy cortos y muy fuertes,
como los martillazos y explosiones, también son especialmente peligrosos. Los
muy fuertes que se traducen en vibraciones mecánicas, debilitan las estructuras
de los edificios. El ruido
produce efectos en la comunicación, por lo que las personas en ambiente ruidoso
tienden cada vez más a evitar la comunicación, lo cual provoca el aislamiento
social. Además, afecta a los animales, alterando el equilibrio ecológico de los
ecosistemas.
En nuestro país
falta mucho por hacer en materia de la lucha contra este contaminante
invisible. Por ejemplo, no tenemos legislación para el ruido de las alarmas y
hay una limitada legislación para ruido ambiente. La Liga de Personas con
Problemas Auditivos, estableció en 1996, el 27 de abril como el Día Mundial Contra
el Ruido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario