La Estrella
de Panamá / Opinión / 2 de noviembre de 2009
EL HOSPITAL UNIVERSITARIO
Dr. Eduardo Flores Castro
Catedrático de la Universidad de Panamá
La decisión expresada por el Presidente de la República Ricardo
Martinelli de otorgar la administración de un hospital, a la Universidad de Panamá y
contar así con un hospital universitario, nos complace en grado sumo. Un hospital universitario implica articular
dos complejas organizaciones: el hospital y la universidad. El hospital es una institución científico-técnica
en donde se desarrollan diagnósticos y acciones terapéuticas hacia los enfermos. La universidad es una institución educativa
de masas, productora de conocimientos y recreadora de prácticas profesionales.
Un hospital universitario debe guardar el equilibrio entre los
servicios asistenciales, los servicios epidemiológicos de las poblaciones bajo
su influencia y las redes públicas de
prestaciones de servicios médicos; y la vida académica de la universidad en
donde se realiza investigación e innovación tecnológica.
Esta institución es central para llevar a cabo el proceso
de formación de los profesionales de la ciencia de la salud en forma adecuada y
moderna. Allí se contrasta el saber de
los libros con la realidad del enfermo, se adquirieren las competencias básicas
del ejercicio de la clínica, es un laboratorio de interacción social donde se
moldean las relaciones interpersonales entre el paciente y el equipo de salud,
y de igual forma entre los mismos miembros del equipo de salud (Medicina, Enfermería,
Odontología, Farmacia, Sicología, Tecnología médica, Radiología, Nutrición, Trabajo
social, y demás profesiones afines).
Un hospital
universitario está íntimamente ligado con el quehacer de la universidad. Debe tener un escenario académico, científico
y tecnológico en donde se construya conocimiento sobre las enfermedades, su
tratamiento y prevención. Debe generar
un pensamiento crítico frente al saber
existente. Debe brindar un
escenario de formación práctica para profesionales del área de la salud. Debe crear propuestas pedagógicas que ayuden
en los procesos educativos del personal de las ciencias de la salud. Debe capacitar a los usuarios de los
servicios tanto en el uso adecuado de los mismos como en pautas de educación
sanitaria y en los derechos a la asistencia sanitaria y a la seguridad
social. Por último, debe atender a las
personas enfermas, incluyendo a las personas carentes de recursos económicos.
Este centro sanitario-universitario requiere de la
formulación de indicadores de gestión y de impacto algo diferente al resto de las
entidades de salud, ya que tiene alcances diferentes a un hospital regular. Los servicios ofertados deben ser un modelo
ejemplar para las demás instituciones de salud al igual que las dinámicas
financieras, los procesos contables y la transparencia en el manejo de los
recursos.
Las funciones de un hospital universitario no son
exclusivamente asistenciales por lo que requiere un presupuesto especial para
poder cumplir con sus misiones universitarias y de salud. Implica un esfuerzo por parte de la Universidad de Panamá,
así como de una inquebrantable voluntad política por parte del Gobierno de la República , quienes
tendrán que ser generosos en la ayuda y el apoyo que brinden, puesto que es un proyecto
innovador que no tiene referentes nacionales.
Es importante señalar que el incremento presupuestario que
se tendrá que asignar para poder administrar de forma eficiente y moderna el
hospital universitario, debe ser adicional, al que necesita la Universidad de Panamá
para desarrollar exitosamente todas sus funciones. El reto para establecer el hospital
universitario es enorme, y los universitarios estamos dispuestos a realizar el trabajo que se amerite para desarrollar exitosamente esta
institución académico-asistencial.
La Estrella / Opinión / 9 de octubre de 2010
Feliz cumpleaños, Universidad de Panamá
Eduardo
Flores Castro
Catedrático
de la Universidad de Panamá
La principal y más antigua universidad del país cumple 75 años de haberse
fundado, ocasión propicia para hacer un balance crítico sobre su devenir, papel
desempeñado, aportes, debilidades y desafíos actuales y futuros. Esto no puede
ser soslayado, sobre todo cuando en la actualidad la discusión del tema
electoral ha desatado una pluralidad de opiniones y críticas a través de los
medios de comunicación sobre la entidad estatal, que debiera ser
portaestandarte de la autoridad intelectual y moral que necesita el país.
La Universidad de Panamá surgió tardíamente en 1935, a casi dos siglos de aquella colonial Universidad de San Javier y a más de tres décadas de la independencia de 1903. En el momento de su fundación había una polémica entre los que optaban por una institución de carácter internacional y los que postulaban un ente universitario nacional. Finalmente, nació la Universidad de Panamá, con la orientación liberal y la influencia de modelos universitarios europeos.
Cuantitativamente la Universidad de Panamá ha crecido en la oferta de carreras, matrícula, infraestructuras y presencia nacional, considerada la mega universidad del país. Sin embargo, en los últimos siete años se registra una drástica tendencia hacia la disminución de la matrícula; pues, hemos pasado de 74 059 estudiantes en el 2003, a solo 49 508 matriculados en el 2010. Esta preocupante reducción de 24000 estudiantes significa un retroceso a la década de los 80. Todo indica que el decrecimiento estudiantil continuará, salvo que se identifiquen las causas reales de ese descenso y la Universidad sea capaz de refundarse, porque de hecho la estructura y oferta académica vigente confronta dificultades para satisfacer las necesidades del sistema socioeconómico y de la población en general.
La realidad de la educación superior ha variado notablemente a la de hace 30 años, pues, la Universidad de Panamá no es la única oficial ni compite con una sola universidad particular, porque las mismas están alcanzando el medio centenar.
Todos aceptamos que nuestro país experimenta los efectos de la globalización del conocimiento y la información, factores que cada vez son más decisivos en los procesos productivos. Esto debe conducir a revolucionar la estructura institucional de la Universidad, encaminada a la adopción de un nuevo modelo universitario, con una visión renovada en donde se aporte al desarrollo sostenible de la nación. Si las universidades son la plataforma donde se produce, transfiere y se crean conocimientos, se debe convertir en fuerza impulsora de un modelo de tolerancia, solidaridad, justicia social y propuestas de solución a los problemas nacionales.
La Estrella / Opinión / 26 de marzo de 2013
Cuidemos la Universidad de Panamá
Dr. Eduardo
Flores Castro
Catedrático de la Universidad de
Panamá
Cuidar la Universidad de Panamá implica preservarla,
guardarla, conservarla y mejorarla permanentemente. El cuidarla es ayudarla a alcanzar un alto
nivel de calidad e incrementar su proyección a la sociedad a la cual se debe y
evitar que las fuerzas que siempre atentan contra las instituciones públicas de
educación superior le ocasionen perjuicio alguno.
Cada vez que se hacen escuchar una voz que disiente
con el actual sistema de administración, las autoridades carentes de
argumentaciones, se limitan a señalar que se trata de las acciones de los
enemigos internos de la Universidad. Sin
embargo, el cuidar y proteger nuestra institución también implica el respetar y
exigir el cumplimiento de su Ley, su Estatuto y sus reglamentos.
Durante este año 2013, nuestra universidad ha
transitado por algunos hechos que merecen una exhaustiva explicación a los
universitarios y al país. El primero de
ellos fue la remoción del Vicerrector
Administrativo después de más de 6 años de estar familiarizado con sus
funciones. Posteriormente, se dio la
renuncia del Director de Ingeniería y Arquitectura, a menos de un año de haber
sido designado, y por último tenemos la destitución intempestiva del Director
de Asesoría Jurídica de la Universidad.
Esto último, ha levantado mucha intranquilidad entre
los universitarios, ya que inmerso en este hecho están las denuncias que hace
el exasesor jurídico en donde señala que su remoción se debe a que él se
disponía a investigar la adjudicación de una posición de Profesor Titular a un
docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, para lo cual no se
cumplió con el procedimiento de participar en concurso formal como exige
nuestra legislación.
Los concursos para la adjudicación de cátedras son
la esencia del quehacer académico de la Universidad. Cualquier acto que empañe la transparencia de
estos concursos representa una afrenta y por lo tanto exigimos una pronta
aclaración. Para los que hemos
participado en un concurso después de muchos años de preparación, o para los más
de mil profesores que esperan la apertura de un concurso a cátedra, esta
denuncia nos llena de preocupación. Por
consiguiente, a nombre de los más de cuatro mil profesores que componen el
cuerpo docente de la Universidad de Panamá, exigimos una explicación, y si
el caso lo amerita que se deje sin efecto la adjudicación y que los
responsables sean sometidos a los correspondientes procesos administrativos y
judiciales disciplinarios.
Todos debemos cuidar la Universidad de Panamá; los
estudiantes, aprovechando los impuestos de los ciudadanos que se destinan para
la formación de los profesionales que requiere la nación. Los administrativos, laborando de forma
eficiente y procurando cada día ser mejores funcionarios. Los docentes, dando nuestro aporte diario a través
de la docencia, la investigación y la extensión de sus conocimientos a la
comunidad. Finalmente, las altas
autoridades tienen el deber de cuidar la Universidad, administrando con
equidad, invirtiendo su presupuesto con transparencia y eficacia, y cumpliendo
con rigurosidad las normas y reglamentos de la institución.
La
Estrella / Opinión / 5 de octubre de 2012
La Universidad si tiene quien le escriba
Dr. Eduardo
Flores Castro
Catedrático de la Universidad de Panamá
Trascurrido 32
años de la separación de Colombia, y pese a las serias dificultades económicas
por la que atravesaba la Nación, en la noche del 7 de octubre de 1935, en el
aula máxima del Instituto Nacional se inaugura la Universidad de Panamá.
El Presidente
Harmodio Arias Madrid, con su visión de estadista, crea esta institución de
educación superior y sentencia en el acto de fundación que será: “una verdadera
piedra miliar en la senda por donde se deslizará nuestra historia nacional”. En este mismo acto, Octavio Méndez Pereira,
su primer Rector, señaló que ella constituirá: “el más elevado vigía de nuestro
pueblo y el más fuerte, consciente y eficaz defensor de nuestro destino”.
La Universidad
de Panamá ha contado con ilustres rectores como lo son: Jeptha B. Duncan, Jaime
De La Guardia, Narciso Garay, Bernardo Lombardo, Edwin Fábrega, Rómulo Escobar,
Eligio Salas, Diógenes Cedeño Cenci, Ceferino Sánchez, Abdiel Adames, Carlos
Iván Zúñiga, Julio Vallarino y Gustavo García de Paredes. Cada uno de ellos, desde sus diferentes
visiones, ha contribuido a forjar nuestra institución.
Este centro de
educación superior, en sus 77 años de existencia, ha entregado al país más de 200
mil profesionales en todos los campos del saber. A tal punto que es difícil
encontrar una familia, en donde algunos de sus miembros no haya estudiado en ella.
Pero la universidad
que creó Harmodio Arias es más que una escuela de educación superior, ha sido una
atalaya de los problemas sociales del pueblo que la sustenta; ha posibilitado
la participación organizada y el debate de todas las formas de pensamientos entre
los diversos sectores que conforman nuestra nación.
Una de las
primeras manifestaciones de los universitarios, fue la condena al fascismo que
amenazaba al mundo. En la década del 40,
un grupo de estudiantes universitarios inician una jornada de protestas en las
calles contra el tratado Filós-Hines que pretendía perpetuar las bases
militares estadounidenses que se habían establecido durante la Segunda Guerra
Mundial. Gracias a ellos y a otras organizaciones, a pesar de la represión de
la policía, este tratado fue rechazado en la Asamblea de Diputados.
En la década del
50, estudiantes de la Universidad de Panamá, encabezados por la Unión de
Estudiantes Universitarios, vuelven a contribuir al proceso de recuperación
plena de nuestra soberanía, con el acto de siembra de banderas en la Zona del
Canal.
Durante los
hechos heroicos del 9 de enero de 1964, la juventud universitaria ofrece sus
vidas ante el altar de la patria. En
1967 la Universidad contribuye nuevamente al rechazo de los tratados “Tres en Uno”,
que pretendían perpetuar la presencia militar estadounidense en la Zona del
Canal. Los universitarios también
pagaron con el cierre de su institución durante 9 meses, el rechazo al golpe
militar de 1968.
Durante la época
de los militares, con sus continuas e inquebrantables protestas al régimen, los
universitarios contribuyeron a la apertura democrática. De igual forma, después de la invasión de
1989, este centro académico es de los primeros en levantar su voz de protesta
por este sangriento hecho y en pedir el retiro de las tropas invasoras.
La Universidad ha
llevado educación superior a los lugares más apartados de nuestra geografía. Desde las primeras Extensiones Universitarias
de Chitré, Santiago y David creadas en 1958 (actualmente las dos primeras son
pujantes Centros Regionales Universitarias y la de David es la Universidad
Autónoma de Chiriquí), hasta las últimas como lo son las de Darién, Chepo y
Aguadulce, hemos esparcido por todo el territorio la semilla de Harmodio Arias
y Méndez Pereira.
Ella ha
representado para muchos de nosotros el impulso vital necesario para aportar
más efectivamente al desarrollo nacional y a la vez mejorar la calidad de vida
de nuestras familias. En la actualidad el 75 % de los estudiantes que ingresan a la Universidad
de Panamá, provienen de familias cuyos ingresos familiares mensuales no superan
los 600 balboas.
A pesar de lo
negativo de las sucesivas reelecciones del Rector, del silencio ante los
grandes problemas nacionales y de la desmovilización de sus miembros, la
Universidad de Panamá, gracias al esfuerzo de sus docentes, estudiantes y
administrativos, sigue siendo la mejor universidad del país. Por eso, todos los egresados de la Casa de Méndez
Pereira, decimos con orgullo: Viva la Universidad de Panamá.
Revista Cultural Lotería /
Edición especial del cincuentenario de la gesta del enero de 1964 / Enero 2014
La Universidad de Panamá y la Identidad Nacional
Eduardo Flores Castro
Catedrático de la Universidad de Panamá
En 1903, la Junta de Gobierno de la nueva República, a
diferencia del gobierno colombiano, supo buscar en la educación la fuerza que
debía afianzar la incipiente nación. Bajo
esta premisa, se crean la Secretaría de Instrucción Pública, e instituciones de
enseñanza como el Instituto Nacional, el Artes y Oficios, la Escuela
Profesional, la Escuela de Música y Declamación, entre otras.
Con el firme propósito que los docentes y estudiantes del
nuevo Estado tuvieran una sólida formación académica, se contrataron algunos
profesores alemanes para ejercer la docencia.
Entre los primeros contratados podemos mencionar a Richard Newmann. También se enviaron al exterior a estudiantes
becados, entre los que se encontraba Fermín Naudeau, quien fue enviado a Chile
a estudiar matemática.
El Dr. Belisario
Porras, crea el Curso Profesional de Matemática en 1913, con el propósito de preparar
personal docente para la enseñanza a nivel medio. Esta fue la semilla de la actual Universidad
de Panamá.
A partir del año 1918, se
crearon cuatro instituciones académicas de nivel superior que constituyeron la
segunda etapa de gestación de la Universidad de Panamá. En este año, bajo la presidencia del Dr.
Ramón Valdés, se creó la Escuela Nacional de Derecho, cuyos objetivos eran la
formación de abogados, y la carrera a nivel superior en Ciencias Sociales.
En 1920, se creó la Escuela de
Farmacia, con el interés de preparar los profesionales que atendieran la
demanda del suministro y control de los medicamentos y alimentos.
Posteriormente se estableció la Escuela de Agrimensura, y en 1933, bajo la
presidencia del Dr. Harmodio Arias, se crea el Instituto Pedagógico y la
Facultad de Educación.
Creación de la Universidad Nacional
de Panamá
La acumulación académica de las tres primeras décadas de
República, constituyeron el núcleo de cristalización para la gestación de la
Universidad de Panamá. En 1935, el
presidente de la República, el Dr. Harmodio Arias Madrid y el Dr. Octavio
Méndez Pereira, junto a un equipo de ilustres panameños, crean la Universidad
Nacional de Panamá.
A falta de estructura física para
albergar a la Universidad, inicia labores en el Instituto Nacional en turno
nocturno. La universidad nocturna
permitió dotar al país del personal docente que hiciera de nuestra educación media,
la mejor de Centroamérica, y además, mejoró la preparación del personal
requerido por el Estado y las empresas privadas.
A partir de 1940, el avance
del fascismo alemán iba postrando a casi toda Europa. Los países se sentían
amenazados y Panamá con su Universidad Nacional, no era la excepción. Bajo este clima, el gobierno del presidente Ricardo
De la Guardia separa de sus cátedras a cuatro profesores alemanes: al Dr. Erich
Graetz, profesor de Biología y Decano de la Facultad de Ciencias; al Dr.
Lawrence Malowan, profesor de Farmacia y Jefe del Departamento de Química; al
Dr. Richard Behrendt, profesor de Ciencias Sociales y Economía, y Decano de la
Facultad del mismo nombre; y al Dr. Werner Bohnstedt, profesor de estadística y
geografía económica. Ellos habían
asistido al Rector, Dr. Octavio Méndez Pereira, al inicio de la Universidad y
contribuido enormemente a su desenvolvimiento.
Otro acontecimiento que
afectó la vida universitaria en 1940, fue la contienda electoral y la elección
del presidente de la República Dr. Arnulfo Arias Madrid, quien separó al Dr.
Octavio Méndez Pereira de la rectoría de la Universidad. Tocó al Dr. José Dolores Moscote dirigir los
destinos de la Universidad hasta el nombramiento del nuevo Rector.
La Autonomía Universitaria
En 1943, la Universidad se vio
amenazada por la crisis generada por el presidente Ricardo De La Guardia, quien
por una actitud de arrogancia, decide destituir al Dr. Felipe Juan Escobar de
la cátedra de Derecho Procesal que ocupaba en la Facultad de Derecho. Esto provocó una huelga de los estudiantes
universitarios, que amenazó con extenderse a ámbitos nacionales. Para bajar la
tensión, el Presidente De La Guardia entregó a una comisión de profesores, un
proyecto de Decreto de Estatuto Transitorio de la Universidad.
El proyecto de Estatuto fue
revisado por Diógenes De La Rosa, mediador entre el gobierno y los estudiantes
universitarios, y por los doctores José Dolores Moscote y Alejandro Tapia
Escobar. Con las modificaciones
introducidas por el Consejo General Universitario, el proyecto fue refrendado
mediante el Decreto de Gabinete Nº 720 del 17 de noviembre de 1943. En él se instituyeron principios que
aseguraban una independencia relativa de la Universidad con respecto al Poder
Ejecutivo, referentes al escogimiento del Rector, a la selección de los
profesores por concurso, su derecho a la cátedra y su estabilidad. Aunque no se alcanzó la autonomía, se dio un
paso hacia esta apreciada meta.
En esta época, el Dr.
Daniel Posin, quien había sido decano de la Facultad de Ciencias, regresa a los
Estados Unidos. Es digno de mención, que
al día siguiente del bombardeo atómico que realizó los Estados Unidos a
Hiroshima y Nagasaki, en 1945, el Dr. Posin,
profundamente abatido, escribe una carta desde el Instituto Tecnológico
de Massachusetts, a su amigo Albert Einstein lamentando la masacre nuclear
perpetrada contra Japón. En esta carta
le pregunta:¿Qué cosa tenemos que hacer
nosotros para que esto no vuelva a ocurrir?
La Universidad de Panamá
Finalizada la Segunda
Guerra Mundial, el Consejo General Universitario prosiguió con la discusión de
un nuevo Estatuto y la búsqueda de la meta más anhelada: la Autonomía.
Las aspiraciones de los
universitarios quedaron plasmadas en la Ley 48 de 20 de septiembre de 1946,
mediante la cual la Asamblea Nacional de Diputados estableció que: “la universidad oficial se denominará Universidad
de Panamá, hasta tanto las naciones americanas ratifiquen la convención
referente a la Universidad Interamericana”.
Adicionalmente estableció que la Universidad estaría inspirada en las
doctrinas democráticas y que es una “institución
organizada conforme al régimen de autonomía que le concede el artículo Nº 86 de
la Constitución de la República”.
La Universidad de Panamá,
en sus 78 años de existencia, ha entregado al país más de 200 mil profesionales
en todos los campos del saber. A tal punto que es difícil encontrar una
familia, en donde algunos de sus miembros no haya estudiado en ella.
Pero la universidad que
creó Harmodio Arias es más que una escuela de educación superior, ha sido una
atalaya de los problemas sociales del pueblo que la sustenta y, junto al
Instituto Nacional, ha sido la vanguardia de las luchas nacionales. Además, ha posibilitado la participación
organizada y el debate de todas las formas de pensamientos entre los diversos
sectores que conforman nuestra nación.
El acuerdo de 1942 entre los gobiernos de los Estados Unidos y Panamá sobre instalaciones de bases militares estadounidenses en territorio nacional, establecía que estas tierras serían devueltas un año después de la entrada en vigencia del tratado de paz que diera fin a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, Estados Unidos mostró interés en mantener bases en su poder, más allá de esa fecha. Bajo la presidencia de Enrique Jiménez, en diciembre de 1947 se firmó el Convenio de Bases Filós-Hines que perpetuaba estas bases militares estadounidenses en el territorio nacional en tiempos de paz. En cuanto se conocieron los términos del Convenio, se dejaron sentir en Panamá los primeros síntomas de rechazo.
El 12
de diciembre de 1947, las organizaciones populares y la Federación de
Estudiantes de Panamá acordaron realizar una marcha a la Asamblea Nacional, con
el objetivo de demandar el rechazo del Convenio Filós-Hines. Los estudiantes y profesores de secundaria y
universitarios encabezaron la protesta que partió del Instituto Nacional, lugar
donde funcionaba la Universidad de Panamá en jornada nocturna. La manifestación
fue reprimida por la policía y la caballería.
Esta fue la primera vez en la historia de las represiones nacional, que
la policía utiliza gases lacrimógenos contra manifestantes.
En
esta manifestación, resultó gravemente herido el estudiante institutor Sebastián
Tapia, quien recibió un impacto de bala en la columna vertebral que lo dejó
paralítico de por vida. En todo el país
se levantaron voces de rechazo al convenio, hasta que el día 22 de diciembre la
Asamblea de Diputados lo rechazó por unanimidad, a pesar de que días antes
había estado anuente a la ratificación. Sebastián
Tapia considerado el primer héroe de la juventud panameña, fue proclamado en el
Congreso de Juventud Latinoamericana de 1948, “Héroe de la Juventud Democrática
de la América Latina”.
En
esta gesta, a través de la Unión de Estudiantes Universitarios, participaron
los jóvenes: Secundino Torres Gudiño, Carlos Iván Zúñiga, César A. Quintero, Ernesto
Castillero Pimentel, Carlos Calzadilla, Manuel Solís Palma, y otros
distinguidos estudiantes universitarios.
Fue la primera derrota
política y militar de Washington en Panamá en los inicios de la Guerra Fría.
Los hechos de Mayo de 1958
El 2 de mayo de 1958 se realizó
la llamada “Operación Soberanía” que consistió en plantar 75 banderas panameñas
en la Zona del Canal. Aunque el
movimiento se llevó a cabo en forma pacífica, el Encargado de Negocios de los
Estados Unidos protestó ante el Gobierno Nacional. Este acto fue coordinado por estudiante
universitario Carlos Arellano Lennox (Presidente de la Unión de Estudiantes
Universitarios) y los estudiantes Ricardo Ríos Torres y Julio Rovi entre otros.
Para 1958, el 38 % de la
población en edad escolar no recibía educación y existía una alarmante falta de
maestros y escuelas. Los estudiantes,
padres de familia y profesores marcharon a la Presidencia de la República para
presentarle un pliego de peticiones al presidente Ernesto De La Guardia. El
mandatario no los recibió. El gobierno
respondió que carecía del dinero para atender todos los puntos solicitados.
La Unión de Estudiantes Universitarios
solicitó una reunión con el Presidente, pero una vez más éste se negó a
recibirlos. Como respuesta, los estudiantes realizaron una gran manifestación
que fue reprimida, resultando mortalmente herido el estudiante artesano José
Manuel Araúz. La Unión de Estudiantes
Universitarios y la Federación de Estudiantes de Panamá convocaron una huelga
indefinida con el respaldo de sindicatos obreros.
El 22 de mayo, los estudiantes se desplazaron a distintos
puntos de la capital y nuevamente se produjeron choques violentos con la
Guardia Nacional, con el trágico saldo de más de una decena de muertos. En
respuesta, el gobierno suspendió las garantías constitucionales.
Por mediación del rector de la Universidad de Panamá, Jaime
De La Guardia (tío del presidente), los estudiantes refugiados en el Instituto
Nacional fueron trasladados a la Universidad. Dentro de este ambiente, se llegó
a la firma del llamado Pacto de la Colina. En donde se planteaba el compromiso
del gobierno para dar cumplimiento a las aspiraciones de los estudiantes. Para esto,
se crearían nuevos impuestos y se acordó el pago de indemnizaciones o
compensaciones a las familias de los fallecidos y lesionados. También se estableció
que los Comandantes de la Guardia Nacional serían nombrados y removidos por el
Presidente de la República. El Pacto de
la Colina puso fin a las protestas, pero de ninguna manera solucionó la crisis,
ya que el Pacto no fue cumplido a cabalidad.
Entre los estudiantes universitarios que dirigieron estos heroicos
sucesos estaban: Andrés Cantillo, Blas Bloise, Nicolás Danello, Humberto
Brugiatti, Ricardo Ríos Torres entre otros.
LA GESTA DE ENERO DE 1964
En enero de 1963, los presidentes
de Panamá Roberto Chiari y de los Estados Unidos John F. Kennedy firmaron un
acuerdo por el cual, a partir del 1 enero de 1964, la bandera panameña debía
ser izada en todos los sitios públicos de la Zona del Canal, junto a la bandera
estadounidense.
Los integrantes de Balboa High
School dispusieron que preferían no izar la bandera de los Estados Unidos, si
con ellos evitaban que la bandera de Panamá ondeara frente a su colegio. Pero al llegar la fecha, un grupo de
estudiantes zoneítas, con la complacencia del director de escuela y sus padres,
decidieron que su bandera no se arrearía y tampoco se subiría la panameña.
Para hacer cumplir el acuerdo, el
9 de enero de 1964, un grupo de 200 estudiantes del Instituto Nacional se
encaminó, en forma pacífica, a la Escuela de Balboa con el propósito de
enarbolar la enseña patria. La policía
de la Zona permitió que seis institutores cantaran el himno nacional en frente a
esta Escuela, pero ello provocó una reacción violenta por parte de los
estudiantes zoneítas y sus padres, quienes agredieron a los institutores y
desgarraron la enseña patria. Entre esos
seis estudiantes se encontraba el hoy Dr. César Villarreal, Catedrático de
Fisiología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Panamá.
Reprimidos por los policías zoneítas, los estudiantes se
vieron obligados a retroceder a la ciudad donde otros ciudadanos se les unieron
a fin de defender la dignidad de la Patria.
Al intentar entrar en la Zona, fueron brutalmente reprimidos por la
policía zoneita y el ejército estadounidense.
Estos hechos produjeron decenas de muertos y cientos de heridos.
En la madrugada del 10 de enero
de 1964, la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP) decidió convocar a una
gran Asamblea General en el Paraninfo de la Universidad de Panamá. Esta Asamblea se reunió a las 9:30 de la
mañana y de ella salió un manifiesto en donde en el primer punto de este
documento se pedía al Presidente Chiari la ruptura de relaciones con los
Estados Unidos. La manifestación de estudiantes
que portaba el manifiesto fue encabezada por Víctor Ávila (Secretario General
de la FEP), Honorio Quezada, Floyd Britton, Adolfo Ahumada, Cesar Arosemena,
Simón Lypsic, Rolando Armuelles, Moisés Carrasquilla, Euribiades Herrera, Adán
Castillo Galástica, José Hurtado, Luis Jiménez, Antonio
Elvy, Sergio Pérez, Eligio Salas (Presidente de la UEU), Pedro Pereira, Federico
Britton, y Ceferino Torres (Presidente de la UES). Vale destacar, que posteriormente, Eligio
Salas posteriormente fue rector de la Universidad de
Panamá y Víctor Ávila fue Catedrático de Historia en esta institución.
El 10 de enero, el Consejo General Universitario de la
Universidad de Panamá, aprobó por unanimidad una resolución elaborada por los
profesores Diógenes Arosemena, Carlos Iván Zúñiga, Erasmo Escobar, Ricardo
Arias Calderón, Fabián Echevers, Ernesto Castillero Pimentel y Dulio Arroyo,
donde: solicita al Gobierno que declare al país en estado de alerta para defender
la soberanía, ordenar a la Guardia Nacional que asuma la defensa de la
República, respalda al pueblo por la lucha que se realizaba en esos momentos en
defensa de los altos intereses nacionales, apoyar plenamente al Gobierno
Nacional en toda gestión dirigida a la defensa de todos los derechos soberanos
de la República y expresa su respaldo a las denuncias presentadas ante el
Consejo de Seguridad por la agresión sufrida.
Además, demanda la nacionalización del Canal, denunciaba el Tratado de
1903 y los pactos complementarios, hacía una convocatoria de una conferencia mundial
para establecer las bases de la neutralización del Canal y demandaba que se establezca
relaciones diplomáticas con todos los países del mundo.
LAS MOVILIZACIONES DE
DICIEMBRE DE 1967
En 1967, bajo la administración del Presidente Marcos
Robles, se llevaron a cabo las negociaciones y la firma de los Proyectos de
Tratados Robles-Johnson, también conocido como Tratados Tres en Uno. El primer documento abrogaba todos los
anteriores tratados y establecía una administración conjunta del Canal de
Panamá, que sería entregado a nuestro país el 31 de diciembre de 1999; el
segundo documento establecía la construcción de un Canal a nivel por el Darién,
que pasaría a manos panameñas en el año 2067;
el tercer documento era un Tratado de defensa del Canal y su
neutralidad.
Los sectores que adversaban los proyectos de tratados
conformaron un grupo denominado Frente Unido Nacional, que reunía a
personalidades como César Quintero y Bolivar Pedreschi, profesores de la
Universidad de Panamá. En la Universidad,
las acciones de repudio de los Tratados Tres en Uno fueron dirigidas por la
Unión de Estudiantes Universitarios, presidida por el estudiante Adolfo Ahumada
y por la Federación de Estudiantes de Panamá encabezada por el estudiante Luis
Navas, hoy catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad de
Panamá. Bajo este ambiente de críticas y
protestas, y con el decidido apoyo del profesor universitario y en aquel
entonces diputado Carlos Iván Zúñiga, el 12 de diciembre de 1967, la Asamblea
decidió no discutir estos Tratados.
Posteriormente el Dr. Zúñiga fue Rector de la Universidad de Panamá.
El golpe de estado de 1968 y La Invasión de
1989
Desde los primeros días del golpe
de estado de 1968, los universitarios alzaron su voz de repudio a la ruptura
del orden constitucional, hecho que le costó a la Universidad su cierre durante
9 meses.
La Universidad, tras su
reapertura, a través del Grupo Experimental de Cine Universitario, dirigido por
Pedro Rivera, y de la Editorial Universitaria, desempeñó un importante papel en
la promoción de la cultura y la identidad nacional. Además, fue un importante escenario del debate
ideológico sobre la vida nacional y las negociaciones de los tratados
Torrijos-Carter. Durante la época de los militares, con sus continuas e
inquebrantables protestas al régimen, los universitarios contribuyeron a la
apertura democrática del país.
De igual forma, después de la
invasión de 1989, este centro académico es de los primeros en levantar su voz
de protesta por este sangriento hecho y en pedir el retiro de las tropas
invasoras. En la Universidad de Panamá, se
reprodujeron y se distribuyeron las primeras volantes en donde se mostraban el
genocidio perpetrado en El Chorrillo.
Estas volantes fueron elaboradas y distribuidas por quien escribe este
artículo. También fueron universitarios
de esta institución, los que idearon y produjeron, durante 5 años, la revista
Opinión Pública, que fue una de las pocas voces libres y valientes antes y
después la ocupación del país por el ejército de los Estados Unidos, como
consecuencia de la invasión del 20 de diciembre de 1989. El consejo editorial de esta revista estaba
conformado por: Ricaurte Soler, Simeón González, Urania Ungo, Magela Cabrera, Briseida
Allard, Ángela Alvarado, Marcos Gandásegui, Bernardo Fernández, Cesar Garrido, Enoch
Adames, José Stoute, Rey Barría, Guillermo Franco y Eduardo Flores Castro.
A pesar del silencio de sus
actuales autoridades, en la Universidad de Panamá, sigue latiendo el corazón de
esos universitarios, que durante generaciones dieron sus mejores esfuerzos y
capacidades por construir una nacional plenamente soberana y luchar contra las
desigualdades.
¡Ay de los pueblos
donde la juventud no habla,
no protesta,
no asume actitudes de
rebeldía!
Octavio Méndez Pereira
Bibliografía
1. Patricia Pizzurno y Celestino
Andrés Arauz. Estudios sobre el Panamá republicano: 1903-1989. Manfer, S.A,
Panamá, 1996.
2. Betty Brannan Jaen. Recuerdos
de Balboa High School. La Prensa. Domingo 23 de mayo de 1999.
3. Carlos Iván Zúñiga. La
Universidad de Panamá y su papel histórico. La Prensa, 12 de octubre de 2002.
4. Abdiel Adames, Egberto Agart,
Bernardo Fernández, Juan José Gutiérrez y Eduardo Flores Castro. Ciencia
Universidad y Nación. Imprenta Articsa. Panamá. 2003.
5. Celestino Andrés Arauz y
Patricia Pizzurno. El 9 de enero de 1964. Editorial Panamamerica: Historia de
Panamá. 2003.
6.
Carlos Iván Zúñiga. Lucha del
pueblo: El 12 de
diciembre de 1947. La Prensa 17 de diciembre de 2005.
7. Ricardo Ríos Torres. La Épica
de la Soberanía. Editorial Génesis. Panamá. 2013.
8. Adolfo Ahumada. La dirigencia
universitaria y el 9 de enero. La Prensa,
enero de 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario